La reciente confirmación de la existencia de biotipos con resistencia a herbicidas en las poblaciones de Amaranthus palmeri de Huesca y Lleida manifiesta una mayor complicación en el control de una de las especies invasoras más peligrosas, que constituye una grave amenaza para el cultivo de maíz en Aragón y Cataluña.
Un estudio liderado por Joel Torra, de la Universitat de Lleida, ha comprobado la resistencia a herbicidas inhibidores de la ALS (acetolactato-sintasa), que se conoce ya desde la década de los noventa y es consecuencia de la mutación de la diana. Se trata del primer caso de biotipos resistentes a herbicidas no solo en España, sino también en Europa; previamente, se han localizado en Argentina, Brasil, Israel y Estados Unidos. Sin embargo, las poblaciones de Huesca y Lleida sí se mostraron susceptibles al glifosato, otro herbicida frente al que esta especie también puede desarrollar mecanismos de resistencia.
“La aparición de esta especie constituye uno de los casos más problemáticos, acaecidos en Cataluña, de especies vegetales invasoras de sistemas agrícolas”, asegura Jordi Recasens, profesor de Botánica Agrícola y Malherbología de la Universitat de Lleida, que escribe un artículo al respecto en el nuevo número de la revista Phytoma (321, agosto-septiembre de 2020). El catedrático afirma que la aparición de resistencias “obliga a diversificar los herbicidas a aplicar en pre y postemergencia”.
El número de localidades y campos afectados por esta mala hierba invasora no ha parado crecer en la zona limítrofe entre ambas provincias en los últimos años. Cataluña contabilizó el año pasado más de 200 ha de maíz afectadas, mientras que en Aragón se ha localizado la presencia de esta especie en 185 campos, equivalente a un 12% de las parcelas de maíz prospectadas. Esta situación ha obligado a los Servicios de Sanidad Vegetal de ambas comunidades a plantear medidas legislativas y recomendaciones para su contención y control. En septiembre, Cataluña publicó una orden por la que declaraba la existencia de Amaranthus palmeri y calificaba de utilidad pública la lucha contra ella. Entre otras medidas, prohíbe a los productores afectados sembrar maíz durante tres o cuatro años.
El noroeste peninsular no es el único punto de España donde se ha encontrado esta especie: en otoño de 2019 se observó en campos de maíz de Torrefresneda (Badajoz). “Este hecho parece confirmar que estamos ante un proceso de introducción simultánea y continuada de esta mala hierba”, señala Recasens, que apunta a la contaminación de grano importado destinado a fabricar harinas para piensos o la importación directa de harina contaminada como la causa más factible de su propagación. “Aunque no existe certeza absoluta sobre ello”, la infestación de los campos podría estar relacionada con la pérdida de semillas durante el transporte y colonización inicial de cunetas y linderos, o bien con la deyección directa de purín o estiércol con semillas de la mala hierba.
Recasens participó en junio un Phytoma Meet sobre A. palmeri junto a Josep Maria Llenes, del Servicio de Sanidad Vegetal catalán, y Ana Isabel Marí, del Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón.