“El peor año de la historia reciente para la agricultura valenciana”. Así resume la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA) el balance de un 2024 “vapuleado por la devastación de la dana, pero también por la sequía, las plagas y enfermedades, los altos costes de producción, la competencia desleal de las importaciones, la fauna salvaje y los robos. La organización presidida por Cristóbal Aguado estima unas pérdidas récord de 1.870 millones de euros, de los que más de 80 millones atribuye a los problemas fitosanitarios.

Las adversidades climáticas –primero, la falta de lluvias, luego la fatídica DANA, además de otros temporales a lo largo del año- provocaron unos daños valorados en 1.640 millones. El segundo año hidrológico más seco de los últimos tiempos “redujo drásticamente las cosechas de secano; elevó los costes en electricidad para regar y en tratamientos para combatir las plagas favorecidas por las altas temperaturas; multiplicó los costes de los ganaderos para suministrar alimentación y agua e, incluso, obligó a sacrificar decenas de vacas”, expone el balance.

Después de la sequía, arremetió la dana con lluvias torrenciales, inundaciones, pedrisco y tornados que afectaron a más de 50.000 hectáreas en Valencia y Castellón. Las mayores pérdidas se produjeron en las infraestructuras agrarias, las cosechas pendientes de recolección (cítricos, caquis, hortalizas y aguacates), las parcelas arrasadas y afectadas por asfixia radicular, los viveros, las explotaciones ganaderas, la maquinaria y los vehículos agrarios. “Las medidas de apoyo aprobadas por las administraciones resultan insuficientes, dejan fuera a muchos agricultores afectados y están tardando demasiado tiempo en llegar, no en vano hay miles de campos que 78 días después se encuentran exactamente igual. Todo lo que no se haga en dos meses, probablemente suponga la pérdida de producción de la próxima campaña”, advierte AVA-ASAJA.

La organización agraria señala que la “acelerada y excesiva supresión de productos fitosanitarios sin alternativas eficaces” provocó en 2024 más de 80 millones de pérdidas en multitud de cultivos, “ya sea porque no existen productos para el control de plagas y enfermedades, ya sea porque los pocos que están autorizados generan resistencias debido a su nula rotación en el modo de acción”. Además, la introducción de nuevas plagas procedentes de países terceros y la mayor persistencia de las mismas a causa del cambio climático “recrudecen las mermas y, por ende, el desperdicio alimentario a pie de campo”.

AVA-ASAJA denuncia que las medidas de apoyo resultan insuficientes, dejan fuera a muchos agricultores afectados y están tardando demasiado tiempo en llegar

En la presentación del balance, Aguado repasó los hitos que han marcado el año agrario, desde la sequía y la gestión de la dana hasta el Pacto Verde europeo, los acuerdos comerciales, el comercio exterior, el abandono de campos o la cobertura de los seguros. El presidente de AVA-ASAJA lanzó dardos hacia todas las administraciones, pero su principal diana fue la Unión Europea: “Bruselas tiene que entender que tenemos excesiva burocracia. Bruselas debe entender que no hay reciprocidad en los acuerdos que hacen con países terceros y que nos hacen una competencia desleal. Bruselas tiene que entender por qué no se incorporan jóvenes, por qué la media edad es superior a los 65 años, por qué la agricultura mediterránea es la que está en continuo retroceso, por qué nuestra agricultura de la Comunidad Valenciana ha perdido más de 2.000 hectáreas y seguimos siendo el farolillo rojo de Europa en abandono de tierras, que una de cada cinco hectáreas ha sido abandonada”.

Al ministro, Luis Planas, le acusó de no cumplir su compromiso de exigir la reciprocidad en los acuerdos comerciales con países extracomunitarios, y le pidió que concediera más autorizaciones excepcionales mientras no haya alternativas eficaces a los productos fitosanitarios retirados del mercado.

El actual conseller de Agricultura, Miguel Barrachina, fue el que salió mejor parado, aunque Aguado aprovechó la ocasión para pedirle que “arregle los problemas del IVIA (Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias)” para “volver a tener” un centro de investigación referente a nivel mundial. En mayo, el investigador José Blasco fue nombrado nuevo director del IVIA en sustitución de Rodolfo Canet, que había solicitado su relevo al anterior conseller de Agricultura, José Luis Aguirre. “Hay un déficit en investigación muy grande, tenemos un instituto de investigación agraria que no está dando lo que podría dar con una buena dirección, con una buena administración, con una buena forma jurídica y con una nueva forma de gestionar las cosas”, lamentó.

El balance hace un exhaustivo repaso a las principales incidencias fitosanitarias de la agricultura valenciana. Empezando por la irrupción “abrupta y generalizada” de Scirtothrips aurantii, que está ocasionando importantes daños en cítricos, caquis, granadas, uva de mesa y aguacate. “Podemos tener un 2025 muy duro”, alertó Aguado a propósito de esta especie.

Balance agrario 2024

A continuación, resumimos la valoración que hace la organización, en lo que respecta a la salud de los cultivos.

Cítricos. El aforo oficial de la Comunitat Valenciana apuntó a 2,67 millones de toneladas, un 7,3% inferior a la campaña anterior y hasta un 14% inferior al promedio de las últimas cinco, a causa de la falta de precipitaciones, las plagas -sobre todo Scirtothrips aurantii- y el abandono de campos.

Hortalizas. La mayoría de las hortalizas valencianas “tuvieron números rojos debido a los problemas de disponibilidad de soluciones eficaces contra las plagas y enfermedades, la anomalía climática y las importaciones de países terceros”. AVA-ASAJA destaca las dificultades para combatir los hongos, sobre todo el mildiu, en cebolla, y la falta de productos autorizados para hacer frente a las plagas y enfermedades en tomate, pimiento, calabacín, pepino y berenjena.

Arroz. La producción valenciana de arroz disminuyó un 10% “a causa de la falta de materias activas fitosanitarias o biológicas para hacer frente al hongo de la piricularia y a las malas hierbas. Las variedades tradicionales fueron las más afectadas, especialmente la Bomba, que en 2024 redujo un 30% más su superficie cultivada, siendo ya la mitad de la que había hace unos años. Durante la siega los arroceros también detectaron una presencia mucho más elevada de la habitual del barrenador o ‘cucat’ (Chilo suppressalis)”.

Caqui. El cultivo del caqui “no levanta cabeza” y continuó en 2024 su declive en superficie y producción. “Los agricultores tuvieron que acometer más tratamientos fitosanitarios para detener la explosión inicial de las moscas blancas, así como los cotonets y la mancha foliar. Sin embargo, debido a la falta de soluciones eficaces, los ataques de cotonets se intensificaron en septiembre hasta tal punto que dejaron algunos campos sin nada que recolectar”. El sector teme el impacto de S. aurantii, por lo que AVA-ASAJA reitera la necesidad de una estrategia de control más eficaz que reduzca los tratamientos y evite la aparición de resistencias.

Almendra. La producción autonómica padeció una merma del 35% respecto al potencial productivo y del 10% respecto al año pasado. En las explotaciones de secano esta disminución se acentuó hasta alcanzar el 70%. Además de la sequía, otros motivos fueron la incidencia de la avispilla del almendro –“frente a la cual escasean soluciones eficaces”- y las tormentas de pedrisco.

Fruta de hueso. En zonas como La Ribera, la mosca de la fruta “apareció un mes antes de las fechas habituales y con gran virulencia”.

Chufa. El sector volvió a sufrir “la escasez de productos fitosanitarios autorizados al tratarse de un cultivo menor. Así, tuvo de nuevo problemas para hacer frente a la mancha negra de la chufa y a las malas hierbas, las cuales se sospecha pueden haberse introducido a través de las importaciones de países terceros”.

Trufa. Campaña marcada por “los daños record” del escarabajo de la trufa (Leiodes cinnamomeus), que llegó a causar pérdidas de producción y depreciaciones del valor comercial superiores al 80% de las trufas cultivadas en la Comunidad Valenciana.

En conclusión, AVA-ASAJA demanda a las administraciones “una mayor investigación, agilidad de registro y autorización de soluciones -fitosanitarias o biológicas- para prevenir y combatir las plagas y enfermedades”.