El sistema de alertas europeo del RASFF notificó en enero un total de 61 alertas de frutas y hortalizas con destino al mercado de la Unión Europea procedentes de Turquía, por contener residuos de plaguicidas o plaguicidas que superaban los Límites Máximos de Residuos permitidos en el mercado comunitario. Turquía acaparó así la mayor parte de esas alertas europeas de los principales países importadores de frutas y hortalizas.
En cítricos se produjeron 25 rechazos de Turquía, lo que supone el 40% del total. El 65% por ciento del global de las alertas (40) se produjo por detectar la presencia de metil-clorpirifos o clorpirifos, sustancias activas prohibidas en la UE desde 2020. Turquía prosigue así una tendencia ya consolidada en 2021, cuando el número de alertas aumentó un 57% respecto al año anterior. Sin embargo, La Unió de Llauradors denuncia que a Turquía no se le realizan auditorías por plaguicidas desde hace más de dos años.
La Comisión Europea aumentó la presión inspectora a los cítricos de Turquía mediante el Reglamento de Ejecución 2021/1900 de 27 de octubre de 2021, que aumentó los controles hasta el 20% en cítricos (limones, mandarinas y naranjas), granadas y pimientos. Sin embargo, La Unió denuncia que las alertas sanitarias se han venido reproduciendo durante los últimos meses y propone la suspensión de las importaciones procedentes de Turquía hasta que garantice la seguridad alimentaria de sus productos. Del mismo modo, solicita para Egipto un control mínimo de sus cítricos del 20%, porque en estos momentos son únicamente aleatorios.
En este sentido, la organización agraria insta al Gobierno español, a través del Ministerio de Agricultura y del Ministerio de Consumo, a implicarse en la defensa del sector de los cítricos tanto por la falta de reciprocidad como ante los riesgos que pueden ocasionar para las personas consumidoras y que pueden afectar a su salud. La Unió considera necesaria una reciprocidad o adopción de cláusulas espejo para que se cumplan los mismos estándares sociales, laborales y medioambientales en los cítricos de fuera respecto a los de aquí. “Nos imponen desde la Unión Europea unas formas de producción con los estándares más estrictos a nivel mundial, para mejorar la seguridad de los consumidores y los aspectos ambientales, algo que no nos parece mal pero siempre que fuera igual para todos porque ahora vivimos situación de competencia desleal y con un incremento de costes por el empleo desigual de productos fitosanitarios respecto a los de terceros países”, señala Carles Peris, secretario general de La Unió.