La aparición, hace siete años, de Thrips parvispinus en plantas ornamentales, y su salto a los cultivos hortícolas de la Región de Murcia y Almería, sobre todo pimiento, ha obligado a replantear en este cultivo las estrategias de control biológico, muy mayoritarias en el sudeste peninsular. El cambio climático podría alargar el ciclo vital del trips en invierno, según los autores de un artículo publicado en la revista Phytoma.
Este extenso trabajo, ilustrado por una veintena de imágenes originales, reúne información sobre las características y el alcance de esta especie en la actualidad, así como las medidas y medios utilizados para paliar sus efectos y las perspectivas de control, en el marco del manejo integrado de plagas de los cultivos hortícolas mediterráneos.
En España, T. parvispinus se extiende por las mismas provincias en las que se detectó (Murcia, Almería y Granada), y ha alcanzado también el sur de Alicante. Se han producido daños en hortalizas, sobre todo pimiento, y colonizado plantas espontáneas como Chenopodium, Amaranthus o Convolvulus, que crecían en las proximidades o en el interior de los invernaderos de pimiento o de cultivos de sandía o calabacín al aire libre.
La incidencia en la Región de Murcia y en el sur de Alicante fue mayor en la campaña 2022-2023, en la que hubo más invernaderos totalmente perjudicados que en la campaña presente y se alcanzaron niveles de pérdidas de cosecha superiores al 70%, si bien la plaga solo alcanzó a una parte de la superficie cultivada. En el verano y otoño de esa campaña se produjeron daños en cultivo de leguminosas en invernaderos y en cucurbitáceas en invernaderos y al aire libre, pero no tuvieron la trascendencia que tuvo para el pimiento. En la presente campaña se han producido daños de consideración en algunos invernaderos de ciclo temprano, pero a niveles bastante inferiores a los de la campaña anterior.
En la campaña 2022-2023, se produjeron en Almería los primeros casos de la plaga en los invernaderos de pimiento, y ha sido en el inicio de la actual campaña cuando se han presentado epidemias difícilmente controlables: algunos invernaderos sufrieron pérdidas superiores al 70%. “En ambas zonas productoras de pimiento, la mayor repercusión de T. parvispinus ha sido replantear las estrategias de control biológico de las plagas y enfermedades del cultivo que se venían haciendo de forma eficaz desde hace tiempo. Los ajustes realizados con el transcurso de la campaña han tenido un importante costo económico, que hay que adicionar a las pérdidas de cosecha”, sostienen los autores de este artículo: Manuel Cantó, del Departamento de Producción Vegetal y Microbiología de la Universidad Miguel Hernández; Carmen María Lacasa y Pedro Guirao, del Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Medioambiental (IMIDA); y el ingeniero agrónomo Alfredo Lacasa.
Los ajustes realizados en el transcurso de la campaña han tenido un importante coste económico, que se suma a las pérdidas de cosecha
La supervivencia al aire libre de T. parvispinus viene limitada por la temperatura mínima de desarrollo y, hasta ahora, no parece sobrevivir en el invierno. Sin embargo, los autores advierten de que en inviernos cálidos, como el último, su actividad en cultivos al aire libre se ha prolongado durante una buena parte de la estación. “Los cambios en el clima que se diagnostican hacen que se vean con recelo las limitaciones térmicas que hasta ahora ofrecían confianza de que esta especie no se perpetuaría en condiciones y espacios naturales”.
Hasta el momento, los daños que produce en las hortalizas son por acción directa alimentaria de adultos y larvas o por las lesiones realizadas en la puesta de los huevos, pues no se conocen implicaciones indirectas en la transmisión de virosis (sí está implicado en la transmisión del Tobacco streak virus, según la literatura científica, pero se trata de un virus de escasa importancia en España).
Las picaduras de adultos y larvas en las yemas, muy frecuentes en pimiento, provocan deformaciones en las hojas y en los botones florales; cuando las poblaciones son muy elevadas, pueden abortar las yemas vegetativas y florales. En hojas desarrolladas, los daños se localizan preferentemente en el envés, junto a las nervaduras, donde se localizan las poblaciones de larvas y adultos. Cuando las poblaciones son elevadas, el limbo de la hoja se necrosa y se seca. En frutos desarrollados se aprecian manchas verde-grisáceas en la superficie, que se van tornando blanquecinas y al final adquieren coloraciones marronáceas. En los frutos coloreados el síntoma más frecuente son placas decoloradas y blanquecinas.
En el artículo, los autores evalúan algunas medidas de control orientadas específicamente al pimiento de invernadero, donde la plaga tiene una mayor repercusión, pero son aplicables a otros cultivos realizados en invernaderos o al aire libre. Entre ellas, incluyen disponer de mallas densas (20x10 cm) en las aperturas de ventilación y de acceso al semillero e invernadero para evitar las contaminaciones primarias; las sueltas tempranas de fauna auxiliar; los tratamientos con hongos entomopatógenos; colocar placas pegajosas azules o amarillas para detectar la presencia del trips y evaluar las poblaciones; y las aplicaciones de fitosanitarios autorizados y compatibles con los depredadores (espinosinas, piretrinas, extractos…).
“Si en las campañas precedentes, la coordinación en las actuaciones en los semilleros con los productores no fueron totalmente satisfactorias en la Región de Murcia, en la actual campaña están permitiendo un adecuado manejo de la plaga, en el contexto de manejo fitosanitario del cultivo que se venía realizando con anterioridad a la llegada de T. parvispinus. En Almería, con un ciclo de cultivo que se inicia en pleno verano y sin unos antecedentes tan preocupantes como los de la Región de Murcia, aunque el inicio del cultivo fue complejo, se han ido realizando ajustes que permitirán abordar la campaña 2024-2025 con mejoras perspectivas”, pronostican los autores.