El I Congreso Biotech de Biovegen, celebrado en Fruit Attraction, destacó los beneficios de las nuevas técnicas de edición genética, más “rápidas, eficaces y precisas”. Europa da la espalda, de momento, a una nueva generación de cultivos obtenidos por CRISPR ya aprobados en EE UU, China o Japón, como maíz rico en almidón, trigo resistente al mildiu o tomates para rebajar la presión arterial.

Más de 350 científicos y empresarios llenaron el Fórum Biotech durante el I Congreso organizado por Biovegen, la plataforma que promueve la biotecnología en este sector, celebrado en Fruit Attraction (IFEMA Madrid). Una de las grandes temáticas fue el alcance de la propuesta de regulación de la Comisión Europea (CE), aprobada el 7 de febrero por el Parlamento, sobre Nuevas Técnicas Genómicas (NGT) y los desarrollos logrados en la mejora de plantas por estos métodos. Diego Orzáez, investigador del CSIC en el Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas, destacó cómo estas técnicas han evolucionado en los últimos años para ser más “rápidas, eficaces y precisas”.

En esta carrera por la edición genética, la UE -que aún no ha concluido el debate sobre la normativa que las regulará- avanza con retraso frente al resto de potencias occidentales. Como describió Orzáez, en el mercado ya existe “una primera generación de frutos comerciales” obtenidos por CRISPR: un maíz con alto contenido en almidón, tomates enriquecidos con GABA para rebajar la presión arterial (ambos aprobados en Japón);  una lechuga romana que no se pardea, hojas de mostaza menos amargas y suaves, aceite de soja bajo en grasas saturadas, un champiñón que no se oxida y evita que se pongan marrones y blandos, una patata resistente a determinadas plagas, con azúcares reducidos y bajo contenido de acrilamida (en EEUU); variedades de manzanas que no se oxidan (Canadá) o un trigo resistente al mildiu (China). Cultivos ya aprobados y disponibles gracias a una legislación propicia que, más allá de las potencias citadas, también se da en Australia, Reino Unido, India, Pakistán, Filipinas, Israel, Brasil, Argentina o Chile, entre otros.

El investigador del IBMCP explicó cómo, a partir de la mutágenesis dirigida por CRISPR-Cas 9, se ha avanzado hacia técnicas análogas, pero con funcionalidades adicionales que, a su vez, se pueden combinar. Entre ellas, citó las más relevantes, como el editado de bases, para modificar un único nucleótido de una molécula de ADN; el editado prime, que permite reescribir con gran precisión pequeños tramos del genoma de unos pocos nucleótidos; la cisgénesis, que induce cambios a partir de genes de plantas sexualmente compatibles; la intragénesis, que combina secuencias de una misma especie o de otra estrechamente relacionada; y la biología sintética, que pretende diseñar o rediseñar sistemas biológicos y otorgarles cualidades nuevas y/o mejoradas.

Por su parte, Leire Escajedo, profesora de la Universidad del País Vasco, abordó las novedades legislativas europeas en fitomejora. El vigente cuerpo legislativo está basado en la genética de los noventa, y fue el Tribunal de Justicia de la UE el que sentenció en 2018 que era necesario revisarla para adaptarla a las NTG, a las que aún hoy se les aplican las restricciones vigentes para los transgénicos. Asimismo, analizó el texto que, fruto de esta sentencia, planteó la Comisión y que fue respaldado, con algunas enmiendas, por el Parlamento Europeo en febrero. Escajedo valoró como un “avance” que la propuesta -que aún debe debatir los Estados miembros y después iniciar el llamado proceso de trílogos - recoja un “estatuto jurídico diferenciado” para las NGT.

El I Congreso Biotech debate la propuesta legislativa europea de las NGT

La propuesta legislativa divide a las plantas obtenidas por estas técnicas en dos: las NGT-1, cuyas modificaciones genéticas bien podrían haberse obtenido por métodos tradicionales (con cruces sucesivos y selección), aunque invirtiendo mucho tiempo y tras muchas generaciones, que quedarían exentas de la directiva de los transgénicos; y las NGT-2, cuyas modificaciones seguirían reguladas por la citada directiva, aunque con una evaluación de riesgos que tendría en cuenta otras consideraciones.

La diferencia supuestamente ‘objetiva’ entre una y otra, más allá de tal descripción, sería la cantidad de cambios genéticos propiciados en el genoma: hasta veinte entrarían en el primer grupo, más lo harían en el segundo. Pero este criterio, según señaló Orzáez, no está tan claro. “Si, en la práctica, lo único que vamos a regular es lo que ya podíamos hacer (con más tiempo y menos precisión que las NGT), para este viaje no necesitábamos estas alforjas”. Si se hace una interpretación restrictiva de las modificaciones, “muchos de los usos y aplicaciones de las nuevas técnicas en las que ya estamos trabajando no serían viables”, advirtió el científico del IBMCP.

La situación de la regulación europea de los bioestimulantes es muy distinta. Estefanía Hinarejos, directora de Regulatory Affairs de Alga-Energy, analizó las perspectivas generadas a partir de la entrada en vigor, en julio de 2022, del Reglamento UE 2019/1009. Valoró positivamente la aprobación de esta normativa, que obliga a sus fabricantes a acreditar su función a través de ensayos de eficacia. La experta lamentó, sin embargo, que en todo este tiempo y “a pesar de que existen muchos bioestimulantes microbianos de probada eficacia que llevan años comercializándose bajo leyes nacionales”, el reglamento solo reconozca a cuatro tipos de microorganismos. Según Hinarejos, la norma sufre aún “carencias que, de momento, suple con la armonización parcial” (con el recurso a las legislaciones a de los Estados miembro). Asimismo, reclamó un desarrollo guiado por la “proporcionalidad”, que sea “realista” en los requisitos para la certificación de nuevos productos.

El I Congreso de Biovegen también dio a conocer dos proyectos público-privados innovadores: Patafest, un consorcio de empresas y centros de investigación europeos que ofrece biosoluciones para combatir graves enfermedades del cultivo de la patata, como Zebra Chip, provocada por Candidatus Liberibacter solanacearum, así como otros problemas habituales de poscosecha en este tubérculo; y la compañía Agrícola 2000 y su programa ‘Campo Demo’, dedicado a ofrecer a las empresas parcelas en las que poder presentar físicamente las ventajas de sus productos, o a los consumidores, para evaluar de primera mano las características deseadas de las variedades o productos que se estén testando.