El 61% de los productores de pistacho reconoce tener un nivel de formación bajo en sanidad vegetal. Así lo refleja una encuesta sobre la protección de este cultivo elaborada por el Instituto Andaluz de Investigación y Formación Agraria, Pesquera, Alimentaria y de la Producción Ecológica (IFAPA), el Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (ITACYL) y la Universidad de La Rioja.

Según los autores de la encuesta, cuyos resultados ha publicado la revista Phytoma, el objetivo era “identificar las necesidades y la capacidad de reacción del sector del pistacho, así como destacar aquellas actividades que están haciéndose bien, sirviendo de ejemplo, y detectar aquellas que fueran erróneas. Éste es un cultivo considerado emergente en España y, por lo tanto, no existe toda la información contrastada que el sector necesita, existiendo lagunas en las que no se está incidiendo lo suficiente”.

El centenar de encuestados reconoce que su propia formación en sanidad vegetal es baja, frente al 35% que la considera normal y el 5%, alta. Sobre la formación general del sector, la percepción es todavía peor: 71%, 26% y 3% para un conocimiento bajo, medio y alto respectivamente.

Para solucionar esta falta de conocimiento, se recurre a Internet, libros y la asistencia a jornadas y cursos generales sobre este cultivo, pero son mucho menos los que lo hacen a cursos específicos sobre fitopatologías y plagas. Detrás de estos resultados podría estar el bajo número de jornadas enfocadas a abordar los problemas fitosanitarios en profundidad, apuntan los investigadores, que también plantearon a qué recurrían los agricultores ante una situación real. Sorprendentemente, una mayoría consulta antes a otros compañeros, internet o libros, que a técnicos y especialistas en enfermedades.

A los autores de este trabajo también les llamó la atención la desproporción en cuanto a los problemas fitosanitarios: los productores muestran una preocupación mucho mayor por las enfermedades (79%) que por las plagas (19%) o las malas hierbas (2%). Y de las primeras, la verticilosis y los decaimientos por Botryosphaeriaceae son las enfermedades que preocupan más al sector, por delante de otras con mayor incidencia, como septoriasis (Septoria spp.) y alternariosis (Alternaria spp.). “El sector presenta una elevada preocupación por las enfermedades, y considera que el nivel de formación en este tema es bajo, pero las múltiples opciones que toman para informarse hacen ver el interés que existe por mejorar. Por ello, se les debe brindar la posibilidad de mejorar dicho conocimiento”, aconsejan los investigadores.

Sobre la estrategia preferida para hacer frente a los problemas fitosanitarios, el control químico se impone a las medidas culturales, el control integrado y el control biológico

La encuesta realizada por el IFAPA, el ITACYL y la Universidad de La Rioja constaba de 34 preguntas. Sobre la estrategia preferida para hacer frente a los problemas fitosanitarios, el control químico se impone a las medidas culturales, el control integrado y el control biológico (38%, 34%, 33% y 17% respectivamente). Para prevenir las enfermedades, la desinfección del material de poda tras observar sintomatología compatible con alguna enfermedad, junto con la eliminación de los restos de poda, fueron las principales opciones seleccionadas. Sin embargo, apenas un tercio de los encuestados tiene en cuenta conocer el historial del terreno y el sellado de las heridas de mayor calibre, fundamentales para prevenir enfermedades como la verticilosis.

Precisamente, para la prevención de enfermedades, es muy importante tomar medidas ante las heridas de poda con un mayor calibre, ya que bajo condiciones propicias y con inóculo presente en el ambiente, son susceptibles de ser colonizadas por hongos patógenos. Algunos encuestados indicaron que aplicaban cobre; aunque su uso está muy generalizado frente a multitud de patógenos, estudios realizados en pistachero para evaluar su capacidad fungicida frente a las especies de la familia Botryosphaeriaceae señalan que, a priori, carece de eficacia.

La gestión de los residuos de poda es otro punto clave a nivel preventivo. La quema fue la acción mayoritaria. Además, una serie de prácticas que, desde un punto de vista fitopatológico, no son las más adecuadas, como el abandono de los restos de poda en las cercanías del terreno, el troceado para ser usado como cubierta o su incorporación al suelo tras dicho troceado, fueron seleccionadas por algunos agricultores, mientras que el compostaje, uno de los métodos mejor valorados desde un punto de vista fitosanitario y ecológico, no fue considerada como opción por ninguno de los encuestados. “Esta actividad, que favorece la gestión de residuos orgánicos y su valorización (permitiéndonos reducir su volumen, eliminar patógenos y plagas, y usar el compost generado para obtener los beneficios que aporta), podría ser una buena alternativa, ya que entra dentro de la tan demandada bioeconomía circular”, subraya el artículo.

El 60% apuesta por el cultivo en ecológico, seguramente debido a los mejores precios de comercialización y las oportunidades que ofrece a nivel del mercado europeo. Un alto porcentaje son plantaciones jóvenes (menos de siete años, 78%), por lo que aún no habían alcanzado una plena producción. Y una amplia mayoría de participantes (62%) pertenecía a la comunidad de Castilla-La Mancha, que lidera la superficie cultivada de pistacho en España (77% del total). También participaron productores de Andalucía, Castilla y León, Madrid, Murcia y Aragón, lo que pone de manifiesto la diversidad de condiciones agroclimáticas en las que se desarrolla este cultivo.