Un estudio del Cabildo Insular de Tenerife y el Instituto Canario de Investigaciones Agrarias (ICIA) ha confirmado que el mal de Panamá que afecta a las plataneras de la isla no está causado por la raza tropical 4 de Fusarium oxysporum f. sp. cubense, la más agresiva, sino por la raza subtropical 4. Del centenar de parcelas muestreadas, se encontraron síntomas de la enfermedad en el 23%, pero solo se detectaron daños severos en dos de ellas.
El mal de Panamá o veta amarilla, causado por el hongo de suelo Fusarium oxysporum f. sp. cubense (Foc), es una de las enfermedades más destructivas de la platanera en todo el mundo. En concreto, la raza Foc-RT4 ha causado un impacto económico significativo en diferentes partes del mundo desde su aparición en Taiwán a finales de los años 60 del siglo pasado. Llegó a África en 2013 y en los últimos años ha aparecido en Sudamérica. El avance del patógeno por el continente americano ha hecho disparar todas las alarmas y despertó el interés por conocer correctamente la diversidad actual del patógeno en Canarias, ya que los síntomas causados por ambas razas no pueden diferenciarse en campo.
En este trabajo, cuyos resultados se han publicado en la revista Phytoma, se pretendía valorar los daños causados por el patógeno en Tenerife, identificar taxonómicamente las muestras de Foc recogidas en las parcelas afectadas y obtener datos agronómicos de interés asociados a la enfermedad.
Así, se visitaron cien parcelas distribuidas por todas las zonas productoras (13,8% de la superficie de cultivo de la isla, y se detectaron síntomas del mal de Panamá en el 23% de las parcelas. Solamente se observaron daños de importancia en dos parcelas, con un 12,3% y 49,1% de las plantas afectadas.
El promedio de plantas afectadas en el total de las parcelas visitadas fue de 0,8%, mientras que en las parcelas afectadas fue de 3,4%. En todas ellas se identificó como responsable de los mismos a la Raza Subtropical 4; en ningún caso se detectó la Raza tropical 4 de Foc.
Solamente se observaron daños de importancia en dos parcelas, con un 12,3% y 49,1% de las plantas afectadas
Los síntomas externos más frecuentes fueron los amarilleamientos de las hojas en los márgenes, la seca del borde de las hojas con franja amarilla en progresión hacia el nervio y los amarilleamientos de las hojas externas más viejas con las hojas centrales verdes. El resquebrajamiento del pseudotallo fue el síntoma observado con menor frecuencia. Durante la recogida de muestras en las parcelas afectadas, se encontraron plantas con síntomas en el raquis de los racimos, de los que se pudo aislar e identificar Foc, pero no de los frutos en los que se observó algún tipo de necrosis.
En relación a las medidas de control de la enfermedad, se observó que los agricultores con plantas afectadas en sus parcelas aplican medidas de control en el 68% de los casos. Lo más frecuente es la aplicación de calcio (principalmente cal apagada, CaOH), zinc, hierro y el control de los encharcamientos. El 92% de los afectados desinfecta las barretas utilizadas en el deshijado. Casi la mitad de los agricultores la desinfecta una vez al día (45%), con lo que la desinfección no contribuye a evitar el contagio entre plantas durante el deshijado. Otros desinfectan después de deshijar cada planta (40 %) o cada fila (15%). Un 75% de los agricultores que desinfectan las herramientas emplea la lejía como sustancia desinfectante, mientras que el resto utiliza la desinfección por flameo.
Los autores de este estudio intentaron establecer relaciones entre la presencia y ausencia de la enfermedad y las distintas características generales de los cultivos en la encuesta, como la vertiente (norte o sur), la zona de producción, el tipo de suelo (arcilloso, franco o arenoso), los sistemas de riego (por goteo o aspersión), las variedades, el origen de la planta (in vitroo cabeza). La única diferencia destacable fue una mayor presencia de la enfermedad en aquellas parcelas con suelos arcillosos y una menor presencia en suelos arenosos.