Alberto Fereres, profesor de investigación del Instituto de Ciencias Agrarias del CSIC, advierte de que Diaphorina citri, vector del HLB que se acaba de detectar en Israel, “se adaptaría mucho mejor a las condiciones climáticas del Mediterráneo que Trioza erytreae”, el otro vector que ya está presente en las zonas atlánticas de la península: Portugal y la cornisa cantábrica.
Fereres, que participa en el proyecto internacional Pre-HLB, dedicado a la prevención y control de esta enfermedad incurable de los cítricos, explica que mientras T. erytreae tiene un rango climático más limitado, y por encima de los 30 ºC se desarrolla muy mal, el psílido asiático de los cítricos se podría establecer en las zonas citrícolas mediterráneas con más facilidad. Además, el primero transmite la variante africana de la bacteria causante del HLB (Candidatus Liberibacter africanus), que es menos agresiva que la asiática (Candidatus Liberibacter asiaticus), transmitida por D. citri.
En efecto, el vector originario de Asia es el responsable de la expansión de la enfermedad en Brasil y Estados Unidos. Allí, el principal método de control son los tratamientos fitosanitarios con insecticidas neonicotinoides (imidacloprid y tiametoxam), cuyo uso está prohibido en la Unión Europea por los efectos dañinos sobre las poblaciones de abejas silvestres y melíferas y otros insectos beneficiosos. También han puesto en marcha estrategias de control biológico con el parasitoide Tamarixia radiata, pero es mucho menos eficaz que Tamarixia dryi con T. erytreae.
A diferencia de la psila africana, que causa daños directos en los árboles (las ninfas se alimentan de la savia de las rutáceas y provocan llamativas deformaciones en las hojas), D. citri “por sí misma” no es una plaga dañina. Sin embargo, para detectar su presencia, eso la convierte en “más sigilosa, más difícil de ver”.
Fereres, que tiene previsto viajar próximamente a Israel para visitar la zona afectada, recomienda la combinación de varias estrategias para el control del vector. Además de los tratamientos químicos con productos fitosanitarios y la introducción y sueltas de individuos de T. radiata, pueden utilizarse mallas para proteger los árboles en viveros, y plásticos absorbentes de luz ultravioleta, que sirven para desorientar a los insectos. También se ha ensayado la aplicación de caolín (arcilla de origen natural) en plantaciones jóvenes como repelente para reducir el número de visitas del insecto al árbol. Por el momento, no hay variedades resistentes de cítricos contra la bacteria.
El entomólogo del ICA-CSIC aprovecha la alarma que ha generado la llegada del vector para reclamar que las inspecciones en frontera de la UE no se limiten a la entrada del material vegetal importado, sino a los pasajeros: “En muchos países, como Estados Unidos o Australia, los viajeros deben rellenar un formulario y declarar si llevan semillas o material vegetal en el equipaje; en España (y la UE), no es obligatorio hacerlo”.
En Europa, la llegada de los dos vectores no ha supuesto todavía la aparición de la enfermedad. En Brasil, convivieron décadas con el insecto hasta que se detectó la bacteria; en Florida, por el contrario, muy pocos años separan la introducción de la plaga de la enfermedad.