Los virus de la vid son patógenos de calidad, reducen el rendimiento de las plantas y limitan la vida productiva del viñedo. El uso de material vegetal certificado ha reducido la incidencia de los considerados graves, pero en zonas de cultivo antiguo siempre hay riesgo de reinfección. La certificación es necesaria pero no suficiente y hacen falta medidas adicionales de detección precoz y control de los vectores, vigilancia de la evolución de las epidemias y de la llegada de nuevos virus no reglados. El Reglamento técnico de control y certificación de plantas de vivero de vid (RD 208/2003) es una normativa de mínimos: “solo” debe estar libre de dos nepovirus implicados en la degeneración infecciosa (Grapevine fanleaf virus, GFLV y Arabis Mosaic virus, ArMV) y dos ampelovirus asociados al enrollado de la vid (Grapevine leafroll associated virus, GLRaV-1 y -3) (Figura 1) además del jaspeado (Grapevine fleck virus, GFkV) solo en portainjertos. Aunque grave, el complejo de la madera rizada no está regulado y no ha habido modificaciones para incluir nuevos virus considerados graves.
En 2023 Marc Fuchs, en la recopilación del estado de la cuestión en la reunión del International Councill for the study of the virus and virus-like diseases of the grapevine (ICVG) en Grecia, confirmó que ya son 101 virus los descritos en el germoplasma de vid de todo el mundo. Hay virus de doble y simple cadena tanto de ARN como de ADN, de 21 familias. En la reunión anterior (2018, Chile), Giovani Martelli († 2020), uno de los impulsores de este grupo especializado, había hecho la puesta al día del estado de la virología de la vid en sus 100 años de historia, que se iniciaron con la mera observación y descripción de síntomas y daños, siguieron con la transmisión y la caracterización morfológica, fisiológica y serológica que propició su clasificación taxonómica, hasta llegar al uso de técnicas moleculares de secuenciación masiva (“high-throughput sequencing”, HTS) que permiten identificar el “viroma” acumulado durante la larga vida del material de propagación de vid a través de la reproducción vegetativa y la intervención de vectores tan diversos como nematodos, insectos o ácaros.