Sabemos a ciencia cierta ya que la historia de la vida en la Tierra ha sido apabullantemente microbiana y que el ser humano no pasa de ser un intrépido advenedizo. Venimos de las ciénagas, somos de barro, como aseguran las biblias, pero de barro esculpido por los microorganismos. A algunos de ellos, en concreto a las bacterias, se les atribuye la autoría del aire que respiramos al transformar la primigenia atmósfera anóxica. Lynn Margulis, indómita y rutilante, nos lo explicó mediante su “teoría de la endosimbiosis seriada”: ni somos la cumbre de la evolución, ni somos imprescindibles para que la Tierra siga viva. En efecto, los microorganismos han ido conformando la biosfera. Con todo, sólo el ser humano, hasta el momento, cultiva viñedos y coordina la elaboración de vinos.
El modo más riguroso del que disponemos para encarar la realidad y averiguar cómo las cosas son se llama método científico. El científico imagina hipótesis que, a continuación, contrasta con la dura realidad. Basta una sola y mínima prueba en contra para descartar la hipótesis en cuestión. La ciencia maneja ideas refutables. La ciencia enuncia teorías revisables. Sus verdades son de carácter provisional. La ciencia, por tanto, niega basarse en creencias, dogmas o ideologías.
Pues bien, la ciencia afirma que estamos compuestos por unos 30 billones de células. Y con idéntica solvencia también afirma que contenemos unos 40 billones de bacterias. Cada uno de nosotros es una colonia de bacterias, porque incluso las que consideramos células propias provienen evolutivamente de bacterias. Animales y plantas, todo lo viviente, compartimos un ancestro común: una bacteria. Claro que hay microorganismos que nos enferman e incluso matan, pero las consecuencias de su patogenicidad se potencian por el hecho de que una especie en concreto alcanza una posición dominante al quedarse en su medio sin restricciones ni competencia. De modo que la biodiversidad es garantía de sanidad y funcionalidad. Allá donde hay algo de casi todo, aumenta la probabilidad de gozar de buena salud.