La vid es un cultivo clave en los ámbitos económico, social y cultural en España, que es el país con la mayor superficie de viñedo del mundo. La protección de este cultivo contra plagas y enfermedades es fundamental para mantener la calidad sanitaria de la uva, un pilar esencial de la viticultura moderna. A pesar de que aún se depende en gran medida de plaguicidas químicos de síntesis, el cultivo de la vid ha sido pionero en la adopción de diversas alternativas dentro de los programas de Control Integrado de Plagas y Enfermedades, con énfasis en los bioplaguicidas, que contienen organismos vivos, micro o macro, así como sus moléculas En este trabajo se analizan los principales grupos de biofungicidas y bioinsecticidas disponibles para el control de enfermedades y plagas en el viñedo, así como las estrategias para integrarlos con otras herramientas de control y apoyo a la toma de decisiones. El cultivo demanda una mayor disponibilidad de nuevos bioplaguicidas, frente a un escenario cada vez más exigente en términos de calidad, seguridad e inocuidad de los vinos para los consumidores.

La vid, Vitis vinifera L., está sujeta al ataque de plagas y enfermedades, lo que exige un programa fitosanitario intensivo para alcanzar los estándares de producción, tanto en calidad como en cantidad. De hecho, con muchas variaciones regionales y estacionales, los fungicidas constituyen la mayor parte de los tratamientos fitosanitarios, con un promedio anual que puede superar las 10 aplicaciones, mientras que los insecticidas se usan de manera más moderada, con una media inferior a 5, aunque en ambos casos estas cifras pueden duplicarse (Pertot y col., 2017). La concienciación sobre los efectos negativos de los plaguicidas químicos para los seres vivos y el medio ambiente, así como los sistemas de producción integrada y ecológica, han impulsado la investigación en métodos innovadores para una sanidad sostenible de la vid, donde destaca el uso de bioplaguicidas.

Comprar Revista Phytoma 363 - Noviembre 2024