El uso de microorganismos en la agricultura se ha vuelto indispensable por razones de sostenibilidad. Al disminuir la dependencia de productos químicos sintéticos, estos microorganismos representan una alternativa más segura y respetuosa con el medio ambiente. A su vez, la evaluación de los microorganismos como agentes biofertilizantes o de biocontrol es fundamental en la agricultura moderna, donde cada vez existen más productos en el mercado con ingredientes activos de carácter microbiano. Técnicas avanzadas de análisis de suelo, foliares y metagenómica, entre otras, permiten monitorear su actividad, identificar cambios en la diversidad microbiana del suelo, comprobar su capacidad para liberar o fijar nutrientes y suprimir patógenos mediante la liberación de ciertos metabolitos especializados. Estos métodos y protocolos han sido adaptados con éxito por Probelte para ayudar a dar respuesta a algunas de las preguntas de los productores de viñedo sobre sus principales productos: Belthirul, Botrybel, Bulhnova y Bioprón.

El uso de microorganismos en la agricultura ha sido una práctica implementada durante décadas, con el fin de mejorar la salud del suelo, aumentar la disponibilidad de nutrientes para las plantas o controlar plagas y enfermedades. Estos organismos incluyen bacterias, hongos y otros microorganismos benéficos que participan en procesos biológicos clave como la descomposición de materia orgánica, la fijación de nitrógeno y la supresión de patógenos en los cultivos (Bhattacharyya y col., 2012). En este contexto, los microorganismos se presentan como una herramienta fundamental en el desarrollo de sistemas agrícolas más sostenibles y menos dependientes de agroquímicos sintéticos.

En la agricultura tradicional, muchos de estos principios se han utilizado durante siglos, aunque de forma empírica, sin un conocimiento detallado de los microorganismos involucrados. Por ejemplo, las prácticas de rotación de cultivos y el uso de compost orgánico fomentan de manera natural el desarrollo de comunidades microbianas saludables en el suelo, lo que mejora la fertilidad y controla las enfermedades de las plantas (Altieri, 1995). En la agricultura ecológica y biodinámica, se promueve activamente el uso de microorganismos mediante la aplicación de biofertilizantes y biopreparados que contienen hongos y bacterias específicos que ayudan a la mineralización de nutrientes y actúan como agentes de biocontrol frente a patógenos.

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