Hace tiempo que los drones vienen destinándose a usos fitosanitarios en los países asiáticos y en Estados Unidos. En Suiza y Alemania disponen, desde hace años, de autorización para tratar viñedos en laderas. También Francia y otros países de nuestro entorno se encuentran próximos a su regulación para aplicar en viñedo y otros cultivos.

Estos precedentes, junto a la disposición de normas técnicas y la experiencia acumulada en España, como la aportada por el GO PHYTODRON, permiten avalar los cambios necesarios para adaptar la normativa española al empleo de los drones en aquellos escenarios en los que aportan ventajas en relación a los tratamientos terrestres.

Los drones irrumpieron en la agricultura hace más de dos décadas, habiéndose prodigado en operaciones de teledetección como el monitoreo o la detección temprana de plagas, y en la pulverización de productos fitosanitarios.

Destacan por su buena aptitud para los tratamientos de precisión (zonal and spot spray), lo que supone reducir las dosis aplicadas y liberadas al medio. También, su potencial de deriva es sensiblemente inferior al de los pulverizadores para la arboricultura, lo que permite reducir la anchura de la zona de seguridad (buffer zones) en zonas habitadas y espacios sensibles.

Los drones suponen también una menor exposición de los operarios. Las autoridades francesas reconocen que la contaminación química disminuye del orden de 200 veces en relación a los tratamientos con equipos portátiles (mochila).

Igualmente se valora su capacidad para operar donde las condiciones no hacen posible la vía terrestre (parcelas de difícil acceso, pendientes pronunciadas) y la ausencia de compactación y erosión del suelo.

El dron permite tratar el momento oportuno con celeridad. No está condicionado por la traficabilidad del suelo, mostrándose especialmente útil en períodos prolongados de lluvia, tras los que es urgente tratar (demora de los tratamientos terrestres).

Por todo ello, el uso del dron ha experimentado un crecimiento exponencial en China, Corea del Sur e India, principalmente para tratar de arrozales. En Estados Unidos, donde la Universidad de California inició pruebas en viñedos, desde el año 2015 numerosas compañías de servicios especializados tratan todo tipo de cultivos.

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