Los españoles somos un pueblo que desconocemos nuestra historia y por ello solemos aceptar cualquier relato que otros nos cuentan sobre lo perversos o ineptos que fueron nuestros abuelos. Sin embargo, lo que de verdad sucedió suele ser bien distinto.
Lo concerniente a hechos pasados referidos a fenómenos parasitarios de vegetales que encontramos guardados en bibliotecas, constituye un verdadero tesoro de conocimientos al cual casi nadie le ha prestado la menor atención y que podría servir para estructurar programas actuales de Sanidad vegetal.
Ejemplo de ello son unas crónicas que hemos descubierto respecto a la roya del trigo. Lo que hasta hace poco aparecía en la historiografía sobre el comienzo de esta enfermedad estaba referido al culto que los romanos daban al dios Robigo, personificación de la roya al que los agricultores dedicaban sacrificios y oraciones para que no apareciera por los campos de trigo –Robigo es una palabra latina cuya traducción es herrumbre–. Ese conocimiento, que nos había llegado gracias a la literatura, principalmente por las referencias al mismo que hace Ovidio, lo han confirmado ahora los arqueólogos con criterios científicos, aunque adelantando su aparición a hace más de 3.000 años en un lugar de lo que hoy es Israel, donde encontraron fragmentos de plantas de trigo cuyo análisis descubrió la existencia de uredios y uredosporas correspondientes a Puccinia graminis.