En las agriculturas más tecnificadas y seguras, las estrategias de lucha contra plagas se basan en su Gestión Integrada. Junto a herramientas de prevención, tecnológicas y biológicas, los productos fitosanitarios juegan un papel fundamental. Productos para el control de plagas han existido desde hace milenios, aunque es en el siglo XX cuando comienzan a utilizarse de manera intensiva con el desarrollo de los fitosanitarios modernos. La preocupación generada en los países más desarrollados, con el conocimiento y sensibilización de los efectos indeseados que llegan a provocar, da lugar a una serie de acciones para garantizar más seguridad y profesionalización en su uso, así como eliminar aquellos de mayor riesgo.    

Nuevas tendencias en la UE implican importantes cambios en los productos fitosanitarios disponibles, con drásticas restricciones de los “convencionales”, que se intenta compensar con el desarrollo otras alternativas de “origen natural”. Todo ello conlleva un reto tecnológico trascendental para el sector agrario, no exento de riesgos, que podría afectar a su competitividad y a la disponibilidad de frutas y hortalizas europeas, así como a incrementos muy significativos de sus precios.

 

El surgimiento de la agricultura, hace unos diez mil años, revolucionó la historia, transformando el modo de vida humana. La agricultura, que tiene su origen en la domesticación y selección de plantas destinadas a satisfacer las necesidades de las poblaciones, implica un drástico cambio de los modelos naturales de evolución. A diferencia de los ecosistemas naturales, complejos y equilibrados, donde sobreviven y coevolucionan los individuos mejor adaptados, la agricultura selecciona plantas que mejoran las cualidades productivas y organolépticas, aunque ello implique pérdida de mecanismos naturales de defensa, lo que las hace especialmente vulnerables a otros organismos: las plagas.

Las plagas suponen una de las mayores amenazas para los cultivos, con pérdidas a nivel mundial que se estiman próximas al 40% de las producciones, si bien en las agriculturas más tecnificadas son sensiblemente inferiores. Algunos cálculos indican que sin fitosanitarios, esas pérdidas podrían duplicarse. Además de afectar a las producciones y calidades, las plagas pueden poner en riesgo la inocuidad de los alimentos producidos. 

Los organismos plaga se caracterizan por su potencial biológico, enorme diversidad y su capacidad de evolución y adaptación. Si la selección de poblaciones resistentes a productos fitosanitarios es bien conocida, factores relacionados con el cambio climático, con el material vegetal, estrategias fitosanitarias, las técnicas de cultivo o estructuras productivas, también juegan un papel fundamental en la selección de especies y poblaciones que pueden atacar a las plantaciones en cada momento. Incluso esta adaptación se produce frente a los sistemas tecnológicos y de control biológico que se han ido introduciendo en las últimas décadas.

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