Los drones y otras tecnologías afines (teledetección, sensores, robótica, inteligencia artificial) están facilitando la implantación paulatina de estrategias de manejo de los cultivos más eficientes y sostenibles. Sus aplicaciones en sanidad vegetal y gestión integrada de cultivos son numerosas, tales como la inspección y evaluación del estado de los cultivos, el diagnóstico y detección de amenazas fitosanitarias, la ayuda en la toma de decisiones, y el tratamiento variable y/o localizado de plagas, enfermedades o malas hierbas. Con el apoyo de diversos casos de estudio en cultivos herbáceos y leñosos, este artículo describe las principales funciones y aplicaciones de los drones en sanidad vegetal, destacando su gran versatilidad y, también, algunas de sus limitaciones técnicas y legales actuales.

Los drones son de las tecnologías más disruptivas que se han incorporado al sector agrícola en los últimos años. Estos vehículos aéreos no tripulados (UAV, por sus siglas en inglés) pueden equiparse con diversos tipos de cámaras y sensores (Figura 1), con los que adquirir imágenes de altísima resolución espacial (píxeles < 1 cm) y diverso rango espectral (visible, infrarrojo, térmico) a demanda del usuario y según el objetivo agronómico buscado. Esta versatilidad, flexibilidad y autonomía de los drones hace que sean especialmente útiles para aquellos agricultores, asesores y técnicos interesados en implementar estrategias de agricultura de precisión (AP), con numerosas aplicaciones en el ámbito de la sanidad vegetal.

La aplicación más sencilla y extendida consiste en el uso de drones de bajo coste para la inspección frecuente de parcelas de cultivo de manera rápida y precisa, a través de imágenes y/o videos de alta calidad que muestran zonas con problemas de encharcamiento, desarrollo desigual del cultivo (p.ej., decaimiento, defoliación, decoloración, etc.), presencia de rodales de malas hierbas, etc., que son susceptibles de afectar la salud del cultivo. Recientemente, también se está trabajando en los aspectos técnicos para mejorar la capacidad de los drones para portar equipos de pulverización y realizar tratamientos fitosanitarios más eficientes y seguros, así como en las cuestiones legales que regulen su uso en entornos agrícolas. Además, los próximos modelos de drones incorporarán sensores inteligentes con algoritmos avanzados basados en inteligencia artificial (IA) para realizar el análisis de la información adquirida en tiempo real y facilitar la toma de decisiones. Con la combinación de todas las tareas descritas, los drones pronto podrán simultanear las cuatro fases principales de la protección de cultivos en un contexto de AP: 1) adquisición de datos, 2) análisis, 3) toma de decisiones, y 4) actuación (Figura 2).

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