La gestión eficiente de las malas hierbas (mh) es fundamental para alcanzar el equilibrio entre biodiversidad, producción y sostenibilidad agrícola. De todos es conocida la gran pérdida que éstas causan al rendimiento de los cultivos (estimado en 34% de media global), siendo la aplicación de herbicidas la herramienta más utilizada para su control, con un consumo de 1,4 M t a nivel mundial, que representa el 40% del total de productos fitosanitarios consumidos. Esta tendencia se mantiene en España, donde se aplicaron 18.400 t de herbicidas en 2022 (Eurostat 2023). Asimismo, la aparición de especies de mh invasoras está causando gran daño ecológico en los escenarios agrícolas, asociadas principalmente al contexto de cambio global, y que conllevan la pérdida de gran parte de la biodiversidad de estos ecosistemas.
El uso intensivo de productos fitosanitarios y los problemas ambientales asociados ha dado lugar a medidas legislativas reguladoras como el Pacto Verde Europeo, que promueve el uso sostenible y eficiente de estos productos, o la estrategia De la Granja a la Mesa, en la que se enmarca el compromiso de reducir el uso de productos fitosanitarios en un 50% para 2030. En este contexto, el MAPA ha apostado por el fomento de la agricultura de precisión (AP) para alcanzar esta reducción, incluyendo una línea de apoyo económica de 79 M € para inversiones en AP y tecnologías 4.0.
Como parte de la AP, el control localizado de mh se basa en la aplicación de herbicida u otra medida de control sólo en las zonas infestadas, adaptando el tratamiento a la cobertura y tipología de mh presentes. Las herramientas tecnológicas, como la robótica, digitalización, inteligencia artificial (IA), análisis masivo de datos (big data), etc., permiten elaborar con alta precisión mapas de mh y mapas de prescripción para llevar a cabo tratamientos localizados y ajustados a las necesidades del cultivo siguiendo los principios de la AP, consiguiendo ahorros de herbicidas del 80% (de Castro y col., 2018).