La resistencia de las malas hierbas a los fitosanitarios está aumentando y algunos países europeos, como España, ya se encuentran entre los más afectados a nivel mundial. Esta situación, que se está agravando por las restricciones en el uso de herbicidas, podría empeorar con el próximo reglamento europeo de uso sostenible de fitosanitarios.
Lo explicó José María Montull, coordinador del Comité de Prevención de Resistencias a Herbicidas, durante el Phytoma Meets Resistencia a herbicidas: el gran reto de la Malherbología. El investigador de la Universitat de Lleida acaba de publicar, junto a su compañero Joel Torra, una revisión de la situación en España y los problemas que podrían surgir próximamente.
La restricción en el uso de algunos principios activos promueve un mayor uso de aquellos que aún están bajo registro. Y esta menor diversificación aumenta el riesgo de una rápida evolución de la resistencia a los herbicidas por una mayor presión de selección ejercida por los herbicidas que aún están disponibles y son efectivos.
Por ejemplo, en cultivos perennes, con la reducción de la dosis permitida de oxifluorfen, su eficacia y uso ahora se limitan a aplicaciones posteriores a la emergencia, por lo que el control de las especies de Conyza spp. en pre-emergencia se centra en inhibidores de la ALS (flazasulfuron, iodosulfuron y penoxsulam). Esto ha provocado una alta presión de selección y casos de resistencia confirmados en otros países. “En biotipos sensibles a glifosato, es relativamente sencillo evitar la producción de semillas procedentes de escapes a los inhibidores de la ALS, pero ¿qué hacemos con los biotipos resistentes a glifosato?”, se pregunta Montull. La única manera es implementar métodos no químicos y culturales, que deben incluir una combinación de diferentes modos de acción, control mecánico (siega y trituración) o cultivos de cobertura.