Cuando, con motivo de su 35 aniversario, Phytoma nos invitó a participar en esta edición especial fue inevitable hacer un ejercicio de memoria. En estas décadas hemos sido testigos de una auténtica revolución de nuestra agricultura. Fruto del gran trabajo y compromiso de todo un sector, hoy contamos con una industria agroalimentaria puntera y pilar de nuestra economía, aunque el contexto en el que ha tenido que desarrollar su trabajo no siempre ha sido el más favorable.
Precisamente, hace diez años, cuando la revista celebraba sus ‘bodas de plata’ ya poníamos de relieve cómo el agro se había convertido en un sector dinámico, rentable, eficaz y sostenible gracias al trabajo coordinado y la responsabilidad de todos los agentes que en él operan. Y apuntábamos como áreas prioritarias de actuación la necesidad de contar con un entorno reglamentario objetivo basado en criterios científicos, previsible para fomentar la inversión, y la de informar a la sociedad de la realidad de la producción de los alimentos que cada día llegan a nuestras mesas.
Sin embargo, la necesaria estabilidad reglamentaria no solo no llegó, sino que en los últimos años hemos sufrido las consecuencias de decisiones políticas no demasiado meditadas que creemos generarán negativas consecuencias para el futuro de la agricultura. Lo más curioso es que esta presión restrictiva llega precisamente en unos años en los que el papel esencial del agro durante la pandemia fue aplaudido por toda la ciudadanía, y el valor de la sanidad vegetal, reconocido en 2020 por la FAO declarándolo Año Internacional de la Sanidad Vegetal.
Hay algo que no ha variado en este tiempo: las plagas y enfermedades siguen dañando los cultivos. Recordemos que un 40% de las cosechas se pierden cada año por este motivo, y que la cantidad se duplicaría de no contar con los productos fitosanitarios. Por otra parte, nunca se destinó mayores recursos a investigar y desarrollar soluciones seguras y eficaces destinadas a la sanidad vegetal, cumpliendo con los requisitos establecidos por uno de los marcos normativos vigentes más estrictos.