Actualmente, nuestro sistema de producción alimentario proporciona alimentos de calidad a las mesas europeas: alimentos seguros, sabrosos, variados y asequibles. Además, permite que Europa participe, que sea un actor fundamental en el mercado mundial de alimentos. Se exportan e importan todo tipo de productos agrícolas, dando así empleo y apoyo a millones de agricultores tanto en Europa como en el resto del mundo.
Sin embargo, somos conscientes de que nuestro sistema de producción de alimentos, aunque sea eficiente, está siendo cuestionado hoy en día desde el punto de vista de la sostenibilidad, puesto que precisa de varios insumos —combustible, productos químicos y agua— que la sociedad pide reducir para disminuir el impacto general de la producción de alimentos en nuestro planeta. Se trata de un debate a la vez complejo e imprescindible. En esta complicada ecuación, se deben tener en cuenta muchos factores, y resulta tentador simplificar excesivamente el debate.
Tomemos en consideración el tema de los fitosanitarios. El sector agrícola se ve sometido hoy en día a una presión enorme —que llega desde todos los lados— para reducir o eliminar el uso de estos productos. En la actualidad, nuestro sistema de producción de alimentos depende de ellos para garantizar la calidad, el rendimiento y la previsibilidad que espera nuestra sociedad. ¿Hay alguna manera de reducir el impacto de estos productos? La hay. Y para nuestro sector, reducir este impacto es una prioridad.
Invertimos en diversas soluciones: en nuevos productos químicos más selectivos y con un perfil cada vez más sostenible; en productos de origen natural, como los bioplaguicidas, que a veces pueden utilizarse en la agricultura ecológica sustituyendo a los productos químicos y que, en otras ocasiones, funcionan mejor junto a ellos; en aplicaciones de precisión, que permiten el suministro de la cantidad exacta, en el lugar adecuado y en el momento oportuno; y, en el caso de algunas de nuestras empresas, en semillas avanzadas, que permiten a los agricultores o bien cultivar en condiciones difíciles, o bien utilizar menos productos químicos o mejorar el rendimiento y la calidad.