En el sudoeste peninsular, Phytophthora cinnamomi inflige una grave enfermedad a los encinares y alcornocales. A pesar de que la epidemia dura ya más de tres décadas, aún no se dispone de un medio de control efectivo. La detección de focos a través de imágenes aéreas y el análisis espacial de su distribución a distintas escalas nos ha permitido mejorar nuestro conocimiento de los mecanismos de transmisión del patógeno y de los factores de riesgo asociados. A escala de parcela, la morfología y distribución de los focos de P. cinnamomi en brezales demostró que el flujo del agua en ladera explica el crecimiento de los focos existentes. Sin embargo, es el surgimiento de nuevos focos el principal motor de la enfermedad. Un nuevo modelo epidémico, aplicado en bosques a escala de paisaje, indica que el 80% de los nuevos casos son debidos a contagios de corta distancia, la mitad de ellos a menos de 250 m. Ambos estudios sugieren que se trata de una enfermedad muy contagiosa con un papel importante de los vectores de transmisión operando a diversas distancias.
Durante la década de 1980, surgió en España y Portugal una epidemia de decaimiento y mortalidad de encinas y alcornoques, aunque en España esta enfermedad se denominó local e inespecíficamente como ‘Seca’. A principios de la década de 1990, el oomicete Phytophthora cinnamomi Rands, un patógeno radicular primario que actúa sobre un amplio rango de árboles y plantas leñosas en todo el mundo, fue aislado en las raíces de estos árboles (Brasier y col., 1993).
Técnicamente, esta patología forestal es considerada como un decaimiento caracterizado por los siguientes síntomas: crecimiento lento o detenido; hojas pequeñas, escasas, y a menudo cloróticas; decoloración y caída prematura de las hojas; puntisecado; fructificaciones anormales; reservas energéticas reducidas; y ocasionales rebrotes adventicios. Estos síntomas son muy similares a los de una sequía fisiológica, de ahí el nombre popular, y suelen cursar de manera lenta. Sin embargo, en ocasiones el desenlace es mucho más rápido dando lugar a muertes súbitas.
Despite the serious disease that Phytophthora cinnamomi inflict on holm and cork oak forests of the southwest of the Iberian Peninsula for more than three decades, any effective control mean is available yet. The detection of foci through aerial images and the spatial analysis of their distribution at different scales has allowed to improve our knowledge of the pathogen transmission mechanisms and the associated risk factors. On a stand scale, the morphology and distribution of P. cinnamomi foci in heaths showed that the water flow on slopes explains the growth of existing foci. However, the emergence of new foci is the main driver of the disease. A new epidemic model, applied in forest at landscape scale, indicates that 80% of new cases are due to short-distance infections, half of them within 250 m. Both studies suggest that we deal with a highly contagious disease with an important role for transmission vectors operating at different distances.