La cosecha de más de dos tercios de las principales especies de cultivos a nivel mundial depende de polinizadores. Para asegurar la producción y calidad óptima de frutos y semillas, muchos agricultores utilizan polinizadores comerciales en sus cultivos, como la abeja de la miel o los abejorros. Sin embargo, el uso de estos polinizadores no está optimizado y en ocasiones no producen el efecto deseado. Además, gran parte de los polinizadores comerciales se mueven diariamente hacia las zonas adyacentes de los cultivos para recolectar néctar y polen de plantas silvestres. Este proceso puede llegar a perjudicar a la fauna y flora nativa.
Durante las últimas seis décadas, la agricultura de muchos países se ha vuelto más dependiente de animales polinizadores. Esto ha sido provocado no solo por un reemplazo del tipo de cultivos, sino también por la expansión del área dedicada a estos cultivos en detrimento de los espacios naturales. En España, por ejemplo, la agricultura dependiente de polinizadores ha aumentado en un 2,5%, mientras que en países como Argelia y Argentina hasta en un 10% (Potts y col., 2016).
La polinización animal, en su mayoría por insectos, afecta directamente a la cosecha del 75% de los cultivos más importantes a nivel global. Estos son la mayoría de los que producen frutos y semillas que consumimos, como por ejemplo el café, el cacao, el girasol, la fresa o la manzana. Se estima que los servicios de polinización mediados por animales contribuyen en alrededor de 300 mil millones de euros anuales a la producción global de los cultivos. Pues bien, estos servicios son aportados, por un lado, por polinizadores autóctonos que además de visitar flores silvestres, visitan frecuentemente las flores de los cultivos para recolectar néctar y/o polen, aprovechando los picos de floración. En España, la diversidad de polinizadores es muy alta. Se estima que solo para el grupo de las abejas existen más de mil especies (más de 20.000 en todo el mundo). Por otro lado, los servicios de polinización son también aportados por especies de insectos polinizadores que se crían con fines comerciales. De hecho, el uso de estos polinizadores se ha convertido en una práctica cada vez más común a escala global que ha acompañado al incremento del área dedicada a cultivos dependientes de polinizadores.