Las áreas verdes urbanas se han convertido en elementos fundamentales para mejorar el bienestar de la población, especialmente en las grandes ciudades. La ciudad de Valencia consta de numerosas áreas verdes distribuidas a lo largo de toda su área metropolitana. Concretamente, posee 4.856.170 m2 de superficie ajardinada y, según datos del último inventario municipal, en dicha superficie hay plantados 144.614 ejemplares de árboles pertenecientes a 215 especies. De todas las especies plantadas, 22 especies representan el 70% del total del arbolado. Desde 2007, el Departamento de Ecosistemas Agroforestales, en colaboración con el servicio de jardinería sostenible y renaturalización del Ayuntamiento de Valencia, ha realizado estudios de la biodiversidad de diferentes áreas verdes urbanas de la ciudad y cómo influye en la presencia de plagas. El objetivo final de estos estudios es poder manejar la biodiversidad vegetal para utilizarla como una herramienta en la GIP de las áreas verdes. En este trabajo se muestran los resultados de siembra de plantas en alcorques y estudios sobre la biodiversidad de plantas y artrópodos en diferentes tipologías de áreas verdes urbanas y su influencia en el nivel de fitófagos en dos especies de árboles, encina (Quercus ilex L) y ficus (Ficus microcarpa L.).
En noviembre de 2012, en los Jardines del Real de la ciudad de Valencia (Figura 1) se escogieron una serie de alcorques y en ellos se realizó la siembra de plantas. El objetivo de este trabajo fue aumentar la biodiversidad de los alcorques, aumentando su valor estético y analizar las ventajas de la presencia de plantas en aspectos físicos del suelo, como la compactación e infiltración, y la presencia de artrópodos en las plantas y el suelo. Las especies de plantas elegidas (dos mezclas comerciales de semillas) se muestran en la Tabla 1.
Para medir la compactación del suelo se utilizó un penetrómetro analógico para suelo, y para la infiltración se colocaron cuatro cilindros de 10 cm de diámetro y 6 cm de altura en cada alcorque muestreado. En los cilindros se vertieron 200 ml de agua en cada uno y se midió el tiempo que tardó en desaparecer el agua. Estas medidas se hicieron en los mismos alcorques dos años después de la siembra.
Los resultados sobre la mejora del valor ornamental de los alcorques se evidenciaron desde el momento en que las plantas empezaron a crecer (Figura 2).