La Política Agraria Común está influyendo y orientando la producción de alimentos desde antes de la incorporación de España en la UE. El objetivo principal de proveer alimentos en cantidad suficiente se alcanzó con brillantez gracias a los esfuerzos de agricultores, ganaderos, y de suministradores de medios de producción –fertilizantes, semillas, agua de riego, fitosanitarios, plásticos, maquinaria, etc.- cada vez más sofisticados.
A pesar del éxito alcanzado, hacia 1990 fue cuestionada la producción europea de excedentes alimentarios, pues implicaban el uso de algunos medios de producción con impactos indeseables y luego requerían exportaciones subvencionadas de algunos cultivos. Para evitarlo se pusieron en marcha opciones de barbecho –set aside- ofreciendo subvenciones a los agricultores que dejasen parte de su explotación (alrededor del 20% en fincas grandes) dejando que se desarrollaran cubiertas vegetales espontáneas o sembradas. Era una idea positiva para restaurar la biodiversidad, pero con numerosas dificultades de seguimiento administrativo.
Las cubiertas vegetales, con el objetivo inmediato de frenar la erosión y mejorar la biodiversidad, han sido bien adoptadas en olivar y otros cultivos leñosos de nuestro país, gracias al apoyo de las administraciones públicas, que han sabido ver el impacto positivo de la reducción de emisiones de CO2. Así, en un proyecto liderado por Francia, respaldado por España y otros países se presentó la iniciativa ‘4x1000’ para aumentar en un 0,4% anual el secuestro de carbono en la superficie del suelo, neutralizando así las emisiones de otras actividades. Se considera 1.5ºC como aumento de temperatura máxima tolerable, y secuestrando tan solo un 0,5% de carbono en los suelos agrarios podría evitarse la mayor parte de los efectos adversos del cambio climático.
Mientras tanto, ha seguido creciendo la eficiencia productiva de grandes cultivos como maíz, trigo y soja, contribuyendo a satisfacer de forma sostenible las necesidades derivadas de la pandemia covid-19, pues la respuesta a las nuevas necesidades se ha producido con menos altibajos que la distribución de mascarillas.