Si tuviéramos que determinar el mayor punto de coincidencia de la opinión pública sobre la pandemia, es probable que ese fuera la inflación informativa sobre el virus “Covid-19”.
A todas horas y en todas partes se sirven noticias sobre el dichoso patógeno, pero entre tantos conocimientos sobre estos organismos no he sido capaz de encontrar la más mínima nota referida a que el descubrimiento de los virus fue debido a los estudios que hicieron el científico ruso Ivanovski y el holandés Beijerinck sobre una enfermedad de las plantas de tabaco –el mosaico– hace algo más de cien años.
Esto es una muestra más del poco valor que da nuestra cultura al conocimiento de la patología de los vegetales, aunque cuando el interés es económico, la opinión pública suele cambiar de criterio, como ocurrió con un virus que apareció en los viñedos de la Cuenca del Guadiana en los años ochenta del anterior siglo.
Por aquellas fechas empezaron a llegar a la Estación de Avisos de Badajoz muestras de vid que presentaban hojas cloróticas y sarmientos aplanados, síntomas que se correspondían con los producidos por el virus GFLV (Grapevine fanleaf virus) trasmitido por el nematodo Xiphinema index y que estaban produciendo gran inquietud en los viticultores, un sector que comenzaba a orientar el cultivo a la producción de vinos embotellados y etiquetados.