Mientras la principal amenaza de los cultivos del Sur de Europa avanza en Italia y sigue apareciendo en Francia y España, donde ya se ha detectado en Alicante, Madrid y en un invernadero de Almería, los investigadores tratan de avanzar tanto en la detección temprana como en el control de los insectos vectores, factores clave para evitar la dispersión de una bacteria, la Xylella fastidiosa, causante de muchas enfermedades para las que no hay cura.
Un estudio internacional, en el que han participado investigadores de España, Italia, Reino Unido y Alemania, ha desarrollado una tecnología que permite detectar desde el aire olivos infectados por la bacteria Xylella fastidiosa antes de que muestren síntomas perceptibles visualmente.
Mediante cámaras hiperespectrales y térmicas colocadas en aviones, los investigadores evaluaron más de siete mil olivos durante dos años en una zona del sur de Italia afectada por la bacteria y obtuvieron una fiabilidad en el diagnóstico del 80%. “Desde que el árbol se infecta hasta que muestra síntomas visuales pueden pasar entre diez y doce meses. Durante este tiempo el árbol está aparentemente sano pero los insectos se alimentan de él y pueden propagar la bacteria a árboles sanos. Por eso, la detección temprana es esencial para su erradicación”, explica el investigador del CSIC Juan Antonio Navas, del Instituto de Agricultura Sostenible, uno de los responsables de este trabajo.
Comprar Revista 301 AGOSTO/SEPTIEMBRE 2018
“Aunque un árbol parezca sano, desde que comienza la infección se producen cambios fisiológicos que originan una reducción de su tasa fotosintética y de su transpiración. Lo que se produce es un taponamiento de los vasos del xilema, la degradación de pigmentos fotosintéticos, como la clorofila, así como cambios en la concentración relativa de otros pigmentos como las xantofilas, carotenos y antocianinas. Además, se produce una reducción paulatina de la fluorescencia clorofílica que es potencialmente detectable mediante técnicas de teledetección hiperespectral”, añade el investigador Pablo Zarco-Tejada, del Joint Research Centre de la Comisión Europea.
Los sensores hiperespectrales y térmicos instalados a bordo de aviones, tanto tripulados como no tripulados, detectan en cada árbol esos cambios fisiológicos, que después son interpretados mediante algoritmos de aprendizaje automático y modelos físicos. Esos indicadores permiten a los investigadores determinar, para cada árbol de la imagen, si está sano o enfermo, independientemente de que en el campo muestre síntomas visuales o no.