El adecuado estado fitosanitario de nuestros cultivos es indispensable para que la agricultura pueda ser sostenible y competitiva. La globalización y el movimiento de grandes cantidades de productos vegetales suponen un riesgo para la introducción y la dispersión de nuevas plagas y enfermedades; de ahí que la producción y movimiento de determinados materiales vegetales y productos vegetales disponga de regulación. Esta normativa pretende reducir los riesgos asociados al movimiento, tanto dentro de la Unión Europea, como procedente de terceros países; y su objetivo es proteger nuestra agricultura frente a la entrada y propagación de plagas exóticas.
Sin embargo, ese riesgo nunca es cero, y dada la enorme cantidad de intercambios comerciales, ya estamos acostumbrados a tener brotes de nuevas plagas y enfermedades. La agricultura valenciana, a lo largo de su historia, ha sufrido el ataque de graves enfermedades y plagas, que han supuesto, en algunos casos, la pérdida de plantaciones y cosechas, o en otros, la necesidad de realizar unos elevados gastos en tratamientos fitosanitarios para controlarlas. Un ejemplo de ello fue el virus de la tristeza de los cítricos (CTV), que se detectó por primera vez en 1956 y causó la muerte de cerca de 40 millones de árboles, obligando a renovar la mayoría de las plantaciones injertadas sobre el patrón naranjo amargo. Otros ejemplos de plagas foráneas con graves repercusiones han sido la Polilla del tomate (Tuta absoluta) o el Picudo rojo de las palmeras (Rhynchophorus ferrugineus).
Prevención y planes de contingencia en la Comunidad Valenciana
El adecuado estado fitosanitario de nuestros cultivos es indispensable para que la agricultura pueda ser sostenible y competitiva. La globalización y el movimiento de grandes cantidades de productos vegetales suponen un riesgo para la introducción y la dispersión de nuevas plagas y enfermedades; de ahí que la producción y movimiento de determinados materiales vegetales y productos vegetales disponga de regulación. Esta normativa pretende reducir los riesgos asociados al movimiento, tanto dentro de la Unión Europea, como procedente de terceros países; y su objetivo es proteger nuestra agricultura frente a la entrada y propagación de plagas exóticas.
Sin embargo, ese riesgo nunca es cero, y dada la enorme cantidad de intercambios comerciales, ya estamos acostumbrados a tener brotes de nuevas plagas y enfermedades. La agricultura valenciana, a lo largo de su historia, ha sufrido el ataque de graves enfermedades y plagas, que han supuesto, en algunos casos, la pérdida de plantaciones y cosechas, o en otros, la necesidad de realizar unos elevados gastos en tratamientos fitosanitarios para controlarlas. Un ejemplo de ello fue el virus de la tristeza de los cítricos (CTV), que se detectó por primera vez en 1956 y causó la muerte de cerca de 40 millones de árboles, obligando a renovar la mayoría de las plantaciones injertadas sobre el patrón naranjo amargo. Otros ejemplos de plagas foráneas con graves repercusiones han sido la Polilla del tomate (Tuta absoluta) o el Picudo rojo de las palmeras (Rhynchophorus ferrugineus).