Sección: 16º symposium internacional sobre la problemática actual de las resistencias en cultivos mediterráneos
Abstract: Los cultivos tolerantes a herbicidas sea cual sea su procedencia son un instrumento valioso para el control de malas hierbas. No obstante es necesario llevar a cabo una adecuada gestión de los cultivos que evite la utilización a gran escala de un único herbicida y el flujo de genes de resistencia del cultivo a las especies silvestres y malas hierbas emparentadas factores estos, que podrían favorecer el desarrollo de resistencias.
La ciencia con la utilización de los instrumentos de que ha dispuesto a lo largo del tiempo ha contribuido a mejorar los cultivos por cualquier método disponible.
Desde hace dos décadas las técnicas de ADN recombinante han sido utilizadas para incrementar la productividad de los cultivos dentro de una agricultura sostenible. La utilización de esta tecnología ha dado lugar a los actuales cultivos genéticamente modificados (GM) para los que en este año 2005 se cumplen diez años desde su comercialización. Estos cultivos en general han sido controvertidos desde antes de su introducción, debido quizás a que incorporan genes de especies alejadas filogenéticamente. Un estudio realizado por Health Canada en 2004 a través de una encuesta, muestra que el 90% de los encuestados está preocupado por los efectos adversos que estos cultivos puedan tener sobre la salud y sobre el medio ambiente. Un 27% de los encuestados se manifiesta a favor y un 23% en contra. En Europa la preocupación es mayor, el eurobarómetro sobre ciencia y tecnología publicado en diciembre de 2001 (ANÓNIMO 2001) pone de manifiesto que un 59,4% piensa que los cultivos GM pueden tener efectos negativos. Como conclusión de esta preocupación el 85,8% de los europeos opina que los OGM no se deben introducir si no está científicamente probado que son inofensivos. Lo que no debe hacernos olvidar que en países en vías de desarrollo los cultivos GM pueden contribuir a aliviar la pobreza (JAMES 2004).
Pocas personas se dan cuenta de que el hombre desde la antigüedad viene seleccionando y modificando los cultivos por diferentes métodos y que desde las primeras aplicaciones de herbicidas disponemos de variedades tolerantes que posibilitan la utilización en campo de estos productos, capaces de controlar las malas hierbas sin dañar el cultivo.
La tolerancia a los herbicidas fue una de las primeras modificaciones que se introdujeron en los cultivos transgénicos. Los primeros cultivos tolerantes a herbicidas que se comercializaron en 1995 fueron: el algodón tolerante a bromoxinil y la colza tolerante a glufosinato (DUKE 2005) pero, es la soja tolerante a herbicidas el cultivo que ocupa una mayor extensión (60%) (JAMES 2004).
El problema puede surgir cuando se incrementa constantemente en el mundo la superficie ocupada por estos cultivos que ha pasado de 1,7 millones de hectáreas en 1996 a 81 millones de hectáreas en 2004 (Figura 1) y se prevé que en 2010 alcance 150 millones de hectáreas repartidas en 30 países (JAMES 2004).
De esta superficie, la tolerancia a herbicidas ocupa casi el 80% de la superficie cultivada sola o en unión de resistencia a taladro (Figura 2) (JAMES 2004). Con la particularidad de que la ventaja que presentan los cultivos tolerantes a herbicidas de amplio espectro con buenas características medioambientales ha llevado a la obtención de cultivares tolerantes a pocos herbicidas en numerosas especies lo que puede dificultar las rotaciones y puede llevar a la utilización a gran escala de pocos herbicidas y por tanto a una mayor probabilidad de desarrollo de malas hierbas resistentes a pesar de ser estos herbicidas moléculas para las que son hasta el momento escasas las resistencias detectadas. Así por ejemplo se ha obtenido soja, colza, algodón, maíz, trigo, tolerante a glifosato; colza, maíz y algodón tolerante a glufosinato y no transgénicos pero si tolerantes se han obtenido maíz, colza, arroz, trigo y girasol tolerantes a imidazolinonas y se dispone de remolacha, lechuga, tomate, tabaco soja y algodón con modificaciones para tolerancia a este mismo grupo de herbicidas (TAN et al 2005) para el que además ya se han confirmado numerosas resistencias.
Los riesgos que sobre la aparición de malas hierbas resistentes pueden presentar estos cultivos son de dos tipos (Figura 3) uno directo derivado de la transferencia de la tolerancia por plantas (rebrotes del cultivo) o por polen procedente del cultivo o de los rebrotes que puede transferir la tolerancia del cultivo a malas hierbas y especies silvestres emparentadas que compartan hábitat con él, y otro indirecto, el incremento en el desarrollo de resistencias en las malas hierbas por utilización de un único herbicida en el espacio y en el tiempo.
Los rebrotes de un cultivo tolerante a un determinado herbicida pueden crear un problema de malas hierbas resistentes si la rotación no es adecuada y el control en el cultivo siguiente se realiza con el mismo herbicida, lo que proporciona una ventaja selectiva al rebrote. En otros casos su control será fácil y su persistencia baja, puesto que son varias las características que necesita una planta para ser una mala hierba competitiva (BAKER 1974) y los cultivos no las poseen.
La transferencia de la tolerancia a herbicidas a través del polen mediante la formación de híbridos interespecíficos es posible ya que este ha sido un mecanismo de creación de variabilidad y de evolución para numerosas especies.
La importancia de esta vía en la difusión de los genes al medio ambiente y en la aparición de resistencias vendrá determinada por el cultivo de que se trate y su situación en el entorno. Hay cultivos para los que como ocurre con el maíz en Europa no hay especies emparentadas y por lo tanto este riesgo será prácticamente inexistente, en cambio para otros cultivos como el arroz, el trigo, la colza o la remolacha que comparten el medio agrícola con especies emparentadas, el flujo de genes es posible en nuestro entorno (LOUREIRO et al. 2003 a y b) La frecuencia con que se produce este fenómeno variará en función del cultivo, las malas hierbas, el entorno y las condiciones ambientales lo que determinará la importancia del riesgo.
Una introgresión solo será posible si las dos especies son compatibles, están suficientemente próximas, florecen simultáneamente y el hibrido formado se desarrolla y tiene cierto grado de fertilidad en autofecundación o por retrocruzamiento.
Sobre estos factores ejercen su influencia otros muchos que pueden modificarlos de forma que la introgresión pase de posible a casi imposible. El manejo de estos factores en los que algunos como las características del cultivo son modificables por el hombre nos permitirá el desarrollo de cultivos resistentes con riesgo cada vez más reducido de transferencia de genes.
Además una buena gestión del sistema agrícola con adecuada utilización de cultivos tolerantes y de herbicidas que incluya rotaciones de cultivos y de herbicidas así como la utilización de medios no químicos de control evitará que se ejerza una presión de selección que tenga como consecuencia el desarrollo de poblaciones de malas hierbas resistentes. A ello contribuirá que los herbicidas para los que se obtienen cultivos tolerantes presentan características medioambientales favorables y son en general herbicidas de post emergencia lo que hace que se utilicen únicamente cuando son necesarios lo que reduce su aporte al medio.
Si se toman en consideración los factores anteriormente expuestos que minimicen los riesgos podremos disponer de una herramienta valiosa en el control de las malas hierbas al introducir para un cultivo un herbicida de postemergencia con adecuado comportamiento medioambiental que antes no se podía utilizar por falta de selectividad. Este herbicida permitirá nuevas rotaciones sin costosos cambios en el sistema y el control de resistencias ya establecidas.
En el caso de cultivos menores para los que existe o va a existir un problema de carencia de herbicidas en un futuro próximo, la obtención de cultivos tolerantes a herbicidas ya conocidos podría contribuir a aliviar este problema.
La clave principal de todo el sistema será una adecuada gestión que evite los riesgos y haga que el éste se mantenga en el tiempo preservando los herbicidas disponibles sin olvidar que la obtención de un nuevo herbicida es cada vez más difícil y costosa.
BIBLIOGRAFÍA
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