Sección: Opinión
¿Estamos ente el fin de la primacía citrícola española en los mercados mundiales? En realidad, las últimas heladas, encadenadas hasta seis, pueden hacerlo aparecer así. Pero, no, no es tal lo previsto. Porque en la campaña aún en curso, 2004/2005, en su inicio, se tuvo la experiencia de que se había ido un tanto lejos con la puesta en producción de un ¿exceso del grupo de mandarinas/clementinas/híbridos? Es una opinión que solamente entronca con la realidad con el hecho demostrado que el efecto del incipiente cambio del Medio Ambiente, motivó un retraso en la maduración de las mismas, aumentando de modo excesivo el número de pequeños calibres a la par que su propia maduración. La respuesta a este hecho no se ha hecho esperar, a saber, la puesta en marcha del inicio de aportación de capitales de la propia actividad, para poner a punto la industrialización de las citadas variedades cara a producir zumos de las mismas.
Estamos ante un hecho ya conocido. La llegada a la actividad de determinados países, cuyas estructuras económico-sociales les permiten pagar bajos salarios, a la vez que desconocen la realidad de la sociedad del bienestar, las hacen tremendamente competitivas, por ello mismo, pasamos los españoles, aunque con menos rigidez, pues hay que recordar que tuvimos que valernos del CLAM para poder sacar cabeza y seguir dominando los mercados tanto en calidad como en cantidad. Italia se resentía de ello, y no había viaje que hiciera el sector citrícola siciliano que no escuchara críticas contra España.
Pero, de otra parte, aquí no se ha hecho lo que debió realizarse hace algo así como entorno a veinte años. Tanto como los citados hace que todos los que comentábamos, estudiábamos e investigaban sobre la materia, urgieron la necesidad de UNIRSE PARA PRODUCIR, y aún no ha prendido la idea, haciéndose realidad. No vemos otro modo de mejorar los costes y poder mantener la propiedad, que parece ser esto último lo que más duele al citricultor mediano y pequeño, y hago excepción de los que llegaron al sector en sus dulces años solamente porque eran inversores, sin pertenecer al ramo. Del rendimiento de antaño al de hogaño va mucha diferencia. Y también para éstos, en cierta medida, los resultados no son válidos.
Pero sus opciones son bastante distintas, dado que ellos no dependen de sus resultados económicos para vivir. Una prueba clara de ello la dan los propios exportadores que han ido aumentando sus propiedades, realizándolas ya en extensión.
Se insiste en que los problemas para el campo valenciano y murciano, vienen del hecho de la ampliación en Andalucía, olvidando que es esto también está sucediendo en la zona catalana de Tarragona. ¿Se olvida que son tierras nuevas y que a ellas también han acudido gentes de la Comunidad Valenciana?
El problema va deslindándose, porque los remedios son pocos. Vender las pequeñas parcelas o bien ser engullidas por los ladrillos o UNIRSE para producir, con un nuevo sentido. El enorme tesoro que han sido las pequeñas parcelas, cuidadas hasta un extremo que pocos países han conocido, es imposible hoy... y tener buenos resultados económicos para poder mantener la juventud en el campo. Producir lo que quieren los mercados, porque, excepción hecha de Italia, casi ninguno tiene las posibilidades de contar con el hecho de recolectar esta tarde el fruto y que mañana esté en los mercados, seguir con extrema vigilancia los gustos del consumidor, así como estar muy atentos a la forma de los que están más cerca de ellos, o sea, los grandes distribuidores, y esmerarse, esmerarse y cuidar hasta el máximo en la confección o envasado, destinado a esa fábrica en ciernes el resto. Claro que les vendría bien a la cosa del mejoramiento del precio del destrío y los frutos bajos de calibre por parte de la Unión Europea.