Las incidencias fitopatológicas y fisiológicas que sufren los cultivos de una región, están casi siempre condicionadas por factores externos, bien de tipo climatológico (poco manejables o modulables excepto en cultivos bajo plástico), bien de tipo agronómico (bastante más accesibles para su modificación) o bien de tipo varietal-comercial (movimientos de material vegetal y semillas entre zonas, países, etc.). Revisando los problemas acontecidos en la agricultura de la Región de Murcia durante el último año, podemos apreciar claramente que son las incidencias climatológicas las que condicionan de forma más intensa tales problemas. Así, la presencia de lluvias, en general poco intensas pero con cierta continuidad durante un periodo largo de tiempo (Gráfico 1), favorecen de forma clara la aparición y proliferación de problemas fúngicos y bacterianos en gran parte de los cultivos, sobre todo en hortalizas. En otros casos, son las heladas las que determinan la evolución de numerosos problemas o la aparición de nuevas alteraciones fisiológicas, especialmente en frutales. Incluso, la presencia de tormentas de granizo, determina condiciones singulares para la evolución de enfermedades o plagas y de la propia planta y la cosecha. Por último, la ausencia de lluvias durante periodos críticos de algún cultivo, unido a la carencia de agua para atender la demanda del cultivo o a la mala calidad de esta, determina también la aparición de problemas de tipo fisiológico en el mismo.
Hortícolas
Los cultivos hortícolas, por su frecuencia y repetición de ciclos en una misma parcela o zona de cultivo, presentan en general una dinámica de incidencias fitopatológicas bastante activa, abarcando numerosos problemas que con frecuencia se solapan y dan lugar a situaciones bastante críticas para el cultivo afectado. Durante el último año quizás podríamos destacar los problemas relacionados con la presencia de hongos y bacterias, sobre todo en los ciclos de cultivo de los meses de marzo a junio, en que la presencia continuada de lluvias, aunque de escasa cantidad, propició la proliferación de patógenos como Mildiu, Botrytis, Sclerotinia, Stemphillium, Septoria, Oidio, etc, en cultivos como lechuga, tomate, pimiento, bróculi, coliflor, alcachofa, apio, etc., a lo que hay que añadir la presencia de problemas de bacterias, sobre todo en cultivos de tomate y lechuga. Puntualmente, la presencia de heladas a principio y sobre todo, a final de año, han propiciado también la presencia de problemas en todos los cultivos hortícolas de temporada, no sólo de tipo fitopatológico, por la colonización de los tejidos afectados por patógenos, sino de tipo fisiológico, por la demora en la entrada en producción o maduración de frutos, descensos en la producción y pérdida de plantas.
La presencia de plagas ha mantenido un comportamiento similar a los años anteriores, con periodos en que la presencia de orugas polífagas presenta incidencias importantes, sobre todo Spodoptera, Heliothis y Plusia, en la mayoría de cultivos hortícolas presentes en campo en tales momentos. Especial interés presentan los daños causados por Ostrinia en pimiento y otros cultivos hortícolas a los que va colonizando progresivamente. Su presencia implica siempre un riesgo considerable, por la dificultad de luchar contra ella, al igual que sucede con Heliothis y otras orugas penetradoras que colonizan las plantas o los frutos cuando son muy jóvenes y pasan toda su vida en el interior, invalidándolos para el consumo.
La presencia de Hellula en bróculi también ha propiciado una cierta inquietud en los agricultores, por las consecuencias de sus daños y la dificultad de su control. Por otro lado, la presencia de pulgón, sobre todo Nasonovia en lechuga y otras especies (Aphis sobre todo) en alcachofa, melón, algodón, etc., ha presentado niveles medios, puntualmente más intensos. Las dos especies de moscas blancas presentes en nuestras hortalizas, Trialeurodes y Bemisia, han mantenido poblaciones estables con relación a años anteriores, aumentando quizás el periodo de actividad de Bemisia, ubicada especialmente en las partes más bajas de las plantas, mientras que Trialeurodes se ubica en las partes más altas. La adopción de medidas culturales, como la poda continua de brotes y los tratamientos dirigidos a las zonas de presencia de la plaga en la planta, ofrecen resultados satisfactorios en el control de esta.
Bemisia tabaci, en similar situación y el virus del mosaico del pepino dulce (PepMV). Las incidencias de TSWV y TYLCV se han mantenido muy contenidas, como consecuencia de la adopción de eficaces medidas de control culturales y preventivas, como es la eliminación de los cultivos finalizados, inmediatamente que acaba la recolección comercial del cultivo, el mantenimiento de los barbechos libres de malas hierbas hospedantes de plagas y la selección del material de plantación y su protección eficaz durante el semillero y las primeras etapas del cultivo. El mayor conocimiento y sensibilización de los agricultores frente a este tipo de problemas, permite la adopción de estas medidas, en detrimento de la proliferación de tratamientos químicos, lo que a su vez, favorece el aumento de la fauna útil, tanto en calidad como en cantidad.
De forma singular, cabe destacar la iniciativa adoptada durante el año 2004 con la aplicación del Plan Integral para mejorar la fitosanidad de las plantaciones de tomate en la Región de Murcia, con el cual se trata de hacer frente a la problemática del cultivo por medio de la implantación del control biológico de plagas, especialmente contra moscas blancas, potenciando la presencia de auxiliares autóctonos de la zona e introduciendo y multiplicando otros foráneos complementarios. Este plan supone manejar adecuadamente los auxiliares y, especialmente, los tratamientos fitosanitarios, con el fin de hacerlos compatibles entre sí, incorporando otras técnicas culturales y de manejo que favorezcan la implantación y proliferación de los primeros y la reducción de riesgos de los segundos. Las introducciones realizadas han sido de 80 millones de Eretmocerus mundus, parasitoide autóctono muy eficaz en el control de Bemisia, el cual, al conseguir la eliminación de tratamientos químicos contra la plaga, permite la implantación y proliferación de otros auxiliares autóctonos como Nesidiocoris (depredador de moscas blancas, orugas, etc.) y Diglyphus (parasitoide de los minadores de hojas), los cuales complementan eficazmente el control de plagas en el cultivo de tomate. En las comarcas donde se ha desarrollado la actuación, se ha trabajado no sólo sobre el cultivo de tomate, sino sobre el conjunto de hortalizas que en la época de aplicación se comportan como puente para las plagas (sandía, melón, habas, alcachofas, etc.) y también en los jardines y zonas verdes de los municipios implicados en el Plan, poniendo de manifiesto unos resultados totalmente satisfactorios y la necesidad de generalizar y extender este tipo de actuaciones a todas las zonas productoras de hortalizas.
Vid
En el cultivo de la uva de mesa y uva de vinificación, los problemas fitopatológicos más destacables acontecidos durante el año 2004 se circunscriben a la presencia de Mildiu (Plasmopara vitícola) en toda la Región, como consecuencia de las lluvias acontecidas durante la primavera, afectando en algunos casos de forma severa al cultivo, tanto en la masa foliar, como en los racimos. Las actuaciones preventivas paliaron en gran medida los problemas, sobre todo en el cultivo de uva de mesa, donde la rentabilidad del mismo permite una mayor intervención química. Sin embargo, en los viñedos, el problema presentó mayor incidencia, debido sobre todo a una reacción más lenta de los viticultores frente a la enfermedad y a la dificultad de incorporar las aplicaciones de productos de acción sistémica o penetrante, muy caros, en un cultivo con unas expectativas de rentabilidad muy baja. Por el contrario, Oidio (Uncinula necator), aunque presente, no ha producido daños de consideración en la mayoría de los casos, respondiendo muy bien a las medidas de control preventivas que se vienen aplicando de forma regular en la Región. Tampoco las podredumbres causadas por hongos (Botrytis, Aspergillus, Penicillium, etc.) han mostrado una incidencia severa. Únicamente Podredumbre ácida ha presentado daños de cierta consideración en algunos momentos, sobre todo en variedades tardías.
Entre las plagas, citar de forma singular, la incidencia que ha presentado en el último año la mosca de la fruta, (Ceratitis capitata), especialmente en variedades de media estación y tardías, como Red Globe, Italia y Dominga. En la mayoría de los casos ha requerido la ejecución de tratamientos en forma de parcheo o la utilización de técnicas de control biotecnológico, como es la captura masiva de adultos, para reducir o evitar sus daños.
Otras plagas como Polilla del racimo (Lobesia botrana), Mosquito verde (Jacobiasca lybica) o Trips (Frankliniella occidentalis), han mostrado una incidencia similar a años anteriores, con comportamientos puntualmente más o menos severos en función de la orientación de la explotación, las acciones llevadas a cabo por el agricultor, o la ubicación en una zona más o menos amplia del mismo cultivo. Destacar que el abandono de algunos agricultores del sistema de la confusión sexual para el control de polilla, en zonas donde la mayoría de agricultores estaban antes bajo ese sistema, ha propiciado la aparición de problemas puntuales con la plaga. Castañeta (Vesperus xatarti) continua su evolución, tanto en uva de mesa como en viñedo, progresando lentamente en la colonización de nuevas parcelas. De forma singular se han detectado por segundo año consecutivo, problemas con una oruga que afecta a la corteza del tronco de las parras jóvenes de primer año, provocando su muerte si consigue destruir la corteza en toda la periferia del tronco. Hasta ahora, los problemas se han localizado exclusivamente en la variedad Red Globe, aunque no es descartable que se puedan dar en otra. Al no haber conseguido que las larvas capturadas evolucionen en cautividad y den lugar a los adultos correspondientes, no ha sido posible clasificarla.
También caben destacar los problemas fitopatológicos sufridos de forma singular por la uva de mesa de la variedad Napoleón, donde la presencia de virosis sobre la mayor parte de las plantas, la presencia generalizada de Melazo (Planococcus citri) (vector de alguna de esas virosis), los problemas de Trips y el rajado de bayas que inducen los daños de esta plaga, unido todo ello a problemas de enfermedades como Mildiu, Oidio, y Enfermedades de madera (Yesca y Eutipa), han tenido como consecuencia una merma muy importante en la producción de esta variedad y sobre todo, en la calidad de la cosecha, lo que ha ocasionado el abandono de la mayor parte de los parrales de esta variedad, que ya venía arrastrando en los últimos años la acumulación de situaciones parecidas, aunque no tan severas como la del año 2004.
Por otro lado, han sido importantes los problemas planteados en los parrales de uva de mesa por las heladas acontecidas en marzo, coincidiendo con el periodo de brotación de las variedades más precoces, que se vieron fuertemente afectadas, incluso las plantadas bajo plástico. Las plantas reaccionaron emitiendo nuevos brotes, de forma que la vegetación al cabo de unos meses era normal en el cultivo, pero la producción quedó reducida de forma considerable. En algunos casos, los daños fueron tan severos que obligaron a realizar nuevas plantaciones, ante la duda de que fuesen a recuperarse adecuadamente las plantas. Dentro de este apartado, cabe destacar los problemas que los viñedos de algunas zonas de la región experimentaron como consecuencia de varias tormentas de granizo, repartidas a lo largo del periodo de final de floración a inicio de envero, lo que hizo temer unas pérdidas importantes. La recuperación en muchos casos de las plantas y de los racimos afectados, ha permitido obtener una cosecha de muy buena calidad, aunque algo corta de cantidad.
Cítricos
El problema más importante que han padecido los cítricos de la Región en el último año, tiene origen en una alteración fisiológica y afectó exclusivamente al limón. Se trata de Endoxerosis o decaimiento interno del fruto. Esta alteración está íntimamente ligada a problemas de estrés hídrico, temperaturas elevadas y a la utilización de agua con alto contenido en sales y fue descrita ya en 1926. Los desequilibrios hídricos durante el periodo de formación y desarrollo del fruto parecen ser el origen del problema, al ceder este agua a las hojas, lo que altera el metabolismo del fruto, dando lugar a la aparición de zonas deprimidas y de color marrón, que acumulan goma. Las manifestaciones externas del problema no se observan hasta después de la recolección, tras el proceso de manipulación, desverdizado, etc., mostrando gran riesgo para los procesos de comercialización y exportación, ya que pueden aparecer cuando el fruto llega al mercado, con la pérdida económica y de imagen que representa para el exportador.
En cuanto a las medidas que pueden ser adoptadas para su corrección, hay que decir que no hay ningún tipo de tratamiento que se pueda hacer, una vez aparecido el problema, para evitar sus daños, por lo que no está justificado la realización de aplicaciones de funguicidas al árbol o al suelo (ante la duda de que se trate de Phytophthora) o de cualquier otro producto.
Las medidas de pre vención deberán tomarse en el ciclo de cultivo siguiente, evitando situaciones de estrés en el cultivo, realizando un abonado racional y evitando, en lo posible, la utilización de aguas con alto contenido en sales para el riego. En cuanto a plagas, hay que destacar los problemas causados, como cada año, por la mosca de la fruta, (Ceratitis capitata), que ha presentado poblaciones muy importantes a final de verano y otoño, exigiendo la realización de abundantes tratamientos para su control. Contra esta plaga se ha desarrollado a lo largo del año 2004 una campaña experimental de lucha contra la misma en dos municipios de la Región, Alhama y Librilla, en los que unas 1.000 hectáreas de naranjos, mandarinos y pomelos de variedades tardías y de media estación se han protegido de la plaga con un sistema de captura masiva de adultos, utilizando para ellos mosqueros tipo tephri (Kenotrap), a la dosis de 50 mosqueros por hectárea, cebados con Acetato amónico, Trimetilamina y Putrescina (Tripack), más un insecticida impregnado en una tira (DDVP) con muy buenos resultados.
Así mismo, en plantaciones de limón se ha detectado la presencia y la realización de daños por parte de Tropinota. Los adultos se localizan en las flores y dañan los frutos jóvenes al asirse a ellos con los garfios de sus patas, provocando generalmente la caída de estos o la deformación de la epidermis, que les inutiliza para ser comercializados. Piojo rojo de California (Aonidiella auranti) sigue su expansión en la Región, pudiendo localizar focos en diferentes zonas de la misma, aunque con una incidencia no muy severa por el momento. En cuanto a enfermedades, hay que indicar que Alternaria (Altenaria alternata pv citri) no ha presentado incidencias severas, a pesar de las lluvias habidas en primavera, que no fueron acompañadas por las temperaturas necesarias para que la enfermedad proliferase de forma importante. Las lluvias de otoño podrían haber desencadenado cierta presencia de la enfermedad que podría haber afectado a brotes tiernos, aunque de forma bastante puntual y poco significativa en líneas generales.
Frutales
Las incidencias fitosanitarias en los frutales de la Región de Murcia durante el año 2004 han presentado un perfil similar al de años anteriores, sin que haya que destacar un problema respecto de los demás. Todos presentan picos de incidencia según zonas o comarcas, incluso según fincas y los cuidados que se les hacen, o bien dependen de la climatología y la impronta que esta tiene sobre las enfermedades, por ejemplo. Así, durante la primavera, los problemas de Monilia, Cribado y Abolladura, han sido frecuentes en la mayoría de los cultivos sensibles a estas enfermedades, afectando durante el periodo de floración y provocando, según los casos, cierta pérdida de cosecha.
También Roya ha causado problemas, en algunos casos, incluso sobre frutos en variedades tardías. En cuanto a las plagas, menos afectadas por las condiciones climatológicas, cabe destacar la incidencia de Gusano cabezudo (Capnodis tenebrionis) y Barrenillos (Scolitus spp), plagas íntimamente relacionadas con la sequía y el abandono de fincas, lo que favorece la proliferación de ambas plagas y su expansión a zonas limítrofes. Esta situación obliga a los agricultores a mantener una vigilancia exhaustiva en sus plantaciones, especialmente cuando se encuentran próximas a parcelas abandonadas.
Mosca de la fruta ha sido, un año más, una plaga de gran importancia para las distintas especies frutales, destacando su presencia y daños sobre albaricoque en primavera y sobre melocotón y nectarina a lo largo del verano, en todos los casos con mayor incidencia sobre las variedades más tardías. En menor medida su presencia se detecta y causa daños sobre otras especies como manzana o pera. Mosquito verde (Empoasca spp.) es otra plaga que en los últimos años viene manteniendo un periodo muy largo de actividad sobre los frutales, afectando de manera especial a las plantaciones más jóvenes y al resto, después de la cosecha, una vez que los tratamientos fitosanitarios se abandonan. En cuanto a otros problemas, son destacables las consecuencias de las heladas del mes de marzo que afectaron a todas las especies frutales, incluido almendro, cultivo en el que llegaron a producir pérdidas importantes de cosecha, quedando reducida a un tercio de la esperada.
En otros frutales, aparte de los daños directos por la pérdida de cosecha en muchas fincas, las heladas han provocado otros daños menos visibles en los frutos de melocotón y nectarina que superaron la crisis. Aunque aparentemente los frutos que no se helaron aparecían normales, cuando llegó el momento de la madurez comenzó a mostrarse un problema de gomosis interna y un estallado de frutos, relacionado con una mala formación de la semilla y del hueso a raíz de la helada, que ocasionó pérdidas importantes en algunos casos. En esta misma situación se puede incluir el problema de algunas variedades de ciruela del tipo Black, en las que se detectaban pequeñas manchas de color oscuro en la zona inferior de los frutos, que en algunos casos provocaban la ruptura de estos y la aparición de Monilia. Estos daños fueron inducidos por las condiciones climatológicas de la primavera, las cuales afectaron levemente al hueso y propiciaron esta alteración sobre los frutos antes de la recolección.