Se ha estudiado el control de las malas hierbas y el crecimiento de almendros jóvenes sometidos a 1) laboreo tradicional, 2) no laboreo total a base de diferentes herbicidas residuales en enero y repaso con foliares en verano, 3) laboreo integrado, con los herbicidas de (2) en bandas bajo las copas y laboreo superficial en las entrelíneas, y 4) cobertura vegetal en las entrelíneas, sembradas con cebada y segadas en abril con glufosinato 15% (5 l/ha), y los herbicidas de (2) en bandas bajo los árboles. El experimento se ha realizado en cultivo de secano en Calanda(Teruel) y ha durado cinco años. No hubo diferencias significativas en el control de malas hierbas, en los crecimientos de los troncos ni en las dos primeras cosechas de almendra entre los distintos sistemas. El ataque de roedores a los troncos es un factor limitante en la cubierta de cebada.

INTRODUCCIÓN

El 40-50% de los suelos agrícolas de la mayoría de las regiones españolas sufren una pérdida de suelo por erosión de 6 a 50 tm /ha y año, tasa considerada como media o alta. Trabajos recientes muestran como en los cultivos leñosos (olivar, almendro y viña) es en donde se observa mayor erosión (80 tm/ha y año) (PASTOR, 1999).

Aunque determinados factores intrínsecos del medio (régimen pluviométrico típico mediterráneo, tipo de suelo, orografía montañosa, etc.) hacen que la erosión en estos cultivos sea un problema difícil de solucionar, determinadas prácticas culturales acentúan aún más las pérdidas de suelo, siendo el laboreo intensivo del terreno, que desagrega el suelo y destruye la cubierta vegetal, una de las principales causas aceleradoras de los fenómenos erosivos (PASTOR Y GUERRERO, 1990; CASTRO, 1994).

Existen muy diferentes maneras para manejar el suelo pero es sabido que la reducción del laboreo disminuye las pérdidas de suelo, y que el mantenimiento de una cubierta vegetal sobre el terreno puede ser la solución más eficaz para luchar contra la erosión (CASTRO et al., 1997; MARTINEZ RAYA, 2003). No obstante, uno de los principales inconvenientes de las cubiertas vivas en secano es su competencia por agua y nutrientes con el cultivo (INGELS Y KLONSKY, 1998). Como se ha observado en otros cultivos esta competencia puede reducir seriamente la producción (ZARAGOZA Y DELGADO, 1995). Sin embargo, en un ensayo en olivar, similar y situado muy próximo a éste, donde se mide el estado hídrico del suelo y la cosecha de frutos, se ha observado mayor penetración del agua en el suelo cubierto con cebada y mayor producción media de aceituna en tres años (MALUENDA et al., 2002).

En este trabajo hemos tratado de estudiar el control de las malas hierbas y el crecimiento de almendros jóvenes sometidos a distintas técnicas de mantenimiento del suelo a lo largo de cinco años.

 

Material y métodos

En una parcela de secano en suelo franco, sin pendiente, situada en Calanda (Teruel), lat. 40º57?N, long. 0º15?W, a 466 m s.n.m., plantada con almendros (Prunus amygdalus Batsch) (?Guara?/ ?GF677?) en 1995, a marco de 7x7, se ensayan desde hace cinco años los siguientes sistemas:

1. Laboreo tradicional (LT), a base de dos pases de cultivador en un sentido, y acercándose al máximo a los troncos (Foto 1).

2. No laboreo total (NL), a base de tratamientos con los herbicidas siguientes: En el primer año (1999): oxifluorfen 24% (2 l/ha) + pendimetalina 33% (4 l/ha). En 2000: orizalina 48% (4,6 l/ha) + isoxaben 50% (1,8 l/ha) + sulfosato 48% (4 l/ha). En 2001: oxifluorfen 24% (4 l/ha) + glufosinato 15% (5 l/ha). En 2002: estos tratamientos se realizaron en enero, y se repasaron con glifosato (36%) a 3-4 l/ha en julio-agosto, a la totalidad de la superficie de la parcela. En 2003: como en 1999 y fluroxipir 20% (1,5 l/ha) (Foto 2).

3. Laboreo integrado (LI), a base de tratamientos herbicidas (como el 2) en bandas de 2 m de ancho bajo las copas y 3-4 labores superficiales en las calles o entrelíneas (Foto 3).

4. Cubierta vegetal (CC), a base de tratamientos herbicidas (como el 2) en bandas de 2 m de ancho bajo las copas, y siembra de cebada en las calles (variedad ?Eva? a 200 kg/ha) en octubre-noviembre, y siega química a partir del 15 de abril con glufosinato 15% (5 l/ha) (Foto 4 y 5). El ensayo comenzó en 1999, fue diseñado en bloques al azar y constaba de tres parcelas elementales de 14x28 m2 con cuatro árboles (se controlan los dos centrales) en una banda de 2 x 28 m2 y dos entrelíneas de 5x28 m2 por cada sistema. Se evaluó visualmente la cobertura del suelo por las malas hierbas en abril, julio y octubre desde 1999 a 2003, así como la biomasa producida por la cebada en abril de 1999 a 2001, mediante corte y pesada de 12 muestras de 0,78 m2 por parcela.

Se controló el crecimiento mediante una medida anual del perímetro del tronco, a 15 cm sobre el punto de injerto, en dos árboles por parcela elemental. Igualmente se pesó la cosecha de almendra- cáscara en septiembre de 2002 y 2003. Se ha estudiado la normalidad de los datos y se ha realizado el análisis estadístico con el Programa Systat 7.0

Resultados

Los resultados se presentan resumidos en las Figuras 1, 2, 3 y 4. La flora infestante estaba compuesta principalmente por: Diplotaxis erucoides, Convolvulus arvensis y Lolium rigidum (abril 2000). Amarantus blitoides, Salsola kali, Erodium ciconium, Kochia scoparia (julio, 2000). Erodium ciconium, C. arvensis, Polygonum convolvulus, A. blitoides, D. erucoides (noviembre 2000). Erodium ciconium, D. erucoides (abril 2001). Hordeum murinum, D. erucoides, E. ciconium (abril 2002 y 2003), A. blitoides, S. kali, C. arvensis (julio 2002 y 2003). La pluviometría fue de 431 mm de media.

En 1999: 411 mm, en 2000: 523 mm, en 2001: 275 mm, en 2002: 381 mm, en 2003: 564 mm. La biomasa media (peso seco) producida por la cebada en abril de 1999 fue de 557 kg/ha (recubrimiento medio del suelo de 60%), en 2000 fue de 1018 kg/ha y de 1564 kg/ha en abril de 2001 (73% de recubrimiento del suelo en ambos años). El recubrimiento del suelo fue del 23% en 2002 y del 50% en 2003.

Discusión

En el control de malas hierbas, hay que tener en cuenta que en la línea sólo el laboreo total es distinto a los demás: 2, 3 y 4 tienen el mismo tratamiento herbicida y las pequeñas diferencias observadas pueden deberse a la influencia de su calle respectiva.

El control obtenido con el laboreo tradicional (1) fue algo peor bajo las copas ya que, aunque se pasa el apero cerca de los troncos, siempre queda una zona sin labrar al pie de éstos. Las calles se mantuvieron muy limpias en general, con ligeras diferencias estacionales entre los sistemas.

En no laboreo (2), la eficacia fue algo mejor en conjunto, pero variable según la temporada. En 2001 se observó aquí un aumento importante de E. ciconium, tolerante a los herbicidas residuales empleados (Foto 6).

El laboreo integrado (3), tuvo una eficacia similar a los dos sistemas anteriores, lógicamente, pues es una mezcla de ambos. En 1999 se observó una infestación muy fuerte de A. blitoides.

La cubierta de cebada (4), mantuvo las hierbas bajo control en primavera, llegando en ocasiones su efecto hasta el otoño (2000), sin embargo, otras veces, cuando la cobertura es escasa, el rastrojo se infestó de especies estivales. En cuanto al crecimiento de los almendros no se observaron diferencias significativas en el incremento de grosor del tronco entre 1999 y 2003, aunque habrá que seguir midiendo más años para ver si se mantiene este equilibrio.

Tampoco se observaron diferencias significativas en las primeras producciones de los almendros, aunque es preocupante que sean algo menores las cosechas en 2 y en 4, lo que podría deberse a la evaporación estival (en 2), a la competencia primaveral (en 4), o al ataque de roedores; ratones de campo y topillos (Apodemus sylvaticus y Microtus spp.). Es interesante ver que la cubierta de cebada, oportunamente segada, no ha competido tanto con el almendro como cabría suponer. Hay que tener en cuenta que la competencia puede controlarse reduciendo la anchura sembrada, alternando las calles sembradas con labradas o tratadas, o segando antes la cubierta vegetal como se ha estudiado en el olivar (SAAVEDRA Y PASTOR, 2002; ALCANTARA et al, 2003). En este caso el problema sería conseguir suficiente materia seca, lo que es difícil por ser una zona semiárida, sujeta a una pluviometría escasa y variable, de marcado carácter tormentoso. Por otra parte, se observó una buena protección del suelo por la cubierta de cebada frente a las fuertes tormentas en mayo y julio de 2003.

Esa puede ser su mejor característica. Sin embargo uno de los inconvenientes más importantes observados en los sistemas 2 y 4 ha sido el ataque de roedores, especialmente en la cubierta vegetal, que han llegado a producir la muerte de varios árboles y afectar a otros. No obstante, a veces, el ataque depende más de la presión de la plaga que del sistema de mantenimiento del suelo elegido. Este problema, común en las cubiertas vegetales, ya fue indicado también por Ingels y Klonsky (1998) en las viñas de California.

Conclusiones

El control general de las malas hierbas ha sido similar en todos los sistemas de mantenimiento de suelo ensayados. En cuanto al crecimiento de los almendros, y en las dos primeras cosechas, tampoco se han observado diferencias significativas entre sistemas. La cubierta de cebada puede ser útil para proteger el suelo en las tormentas pero la proliferación de roedores es un grave inconveniente.

Agradecimientos.

A la dueña de la parcela Dña. M. Carmen Navarro Vidal. A D. Pedro Zuriaga (DGA Teruel) por la identificación de los roedores. A D. Fernando Arrieta y a Dña. María León por su inestimable ayuda.

 

BIBLIOGRAFÍA

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INGELS C. A., KLONSKY K. M. 1998. Historical And Current Uses. Chapter 1, 3-7. En: INGELS C. A., BUGG R. L., MCGOURTY G. T., CHRISTENSEN L. P. (Tech. Eds.) Cover Cropping in Vineyards. Univ. of California. Div. of Agriculture. Pub. 3338. 162 págs.

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ZARAGOZA C., DELGADO I. 1996. Un ensayo de coberturas vegetales en viña. ITEA. Vol. extra 17: 404-405.

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