Póster técnico
El manejo integrado de plagas, al igual que el de malas hierbas o enfermedades, proporciona una serie de estrategias y métodos encaminados a minimizar las pérdidas que ocasionan los enemigos del arroz, con unos costes al agricultor y un impacto medioambiental tan bajos como sean posibles.
Los gusanos rojos, los blancos y las tijeretas, antes del ahijado, y la pudenta, durante el llenado y maduración del grano, pueden provocar serios daños. Algo menos considerables, aunque importantes, son los causados por las orugas defoliadoras (rosquillas), los pulgones, el cangrejo rojo y ciertas especies de aves. El barrenador (Sesamia nonagroides) no precisa tratamientos químicos y Chilo supressalis es prácticamente inexistente en Andalucía y Extremadura. En un sistema de Producción Integrada, el manejo de plagas está relacionado no solamente con la planta de arroz sino también con las prácticas culturales y las condiciones físicas y biológicas del medioambiente. Es necesario identificar la plaga, seguir su evolución y controlarla. En dicho control participan la aplicación de plaguicidas pero también la realización de adecuadas prácticas culturales así como la utilización de la lucha biológica e incluso de la genética, mediante el uso de las variedades mejor adaptadas. En el manejo integrado se hace hincapié en la aplicación de métodos preventivos encaminados a reducir los tratamientos químicos.
Descripción y biología
Estos dípteros de la familia de los Quironómidos son unos insectos muy comunes en el arrozal. Los gusanos rojos reciben su nombre por el color de sus larvas, existiendo varias especies pertenecientes a los géneros Chironomus y Ortocladius. Las diversas especies de gusanos blancos son del género Cricotopus. Los adultos son muy parecidos a los mosquitos, alcanzando poco más 1,5 cm de envergadura por 1 mm de grosor. Su aparato bucal está poco desarrollado ya que no toman alimento, presentando su tubo digestivo contraído y vacío. Las patas delanteras son más largas que el resto.
Dado que hacen ruido pero no pican y que los machos exhiben antenas plumosas suelen denominarse mosquitos zumbadores u orejeros. Los Quironómidos pasan el invierno en estado de larva, apareciendo en primavera los adultos de la primera generación. Los adultos son gregarios y forman enjambres o columnas en el aire, fáciles de observar, que oscilan en los caminos, almorrones o al borde de las zonas inundadas, emparejándose antes de abandonar la formación. La hembra prefiere las aguas abiertas, estancadas y claras para efectuar la puesta. Los huevos son depositados en la superficie del agua en hileras, mantenidos juntos mediante una sustancia mucilaginosa que se hincha al entrar en contacto con el agua, tomando el aspecto de una masa protectora y pegajosa.
Poco después de la siembra, es fácil observar dichas puestas adheridas a los tallos de las plántulas de arroz. Los huevos eclosionan en un par de días. El periodo larvario, en función de la temperatura, puede durar algo menos de una semana, en los meses de julio y agosto, y dos semanas y media, durante los meses menos cálidos, dándose numerosas generaciones a lo largo del ciclo vegetativo del arroz. Cada larva pasa por cuatro estados (L1, L2, L3, L4). Las larvas de gusanos rojos deben su color a la hemoglobina de su sangre. La hemoglobina les ayuda a vivir en medios poco oxigenados. Giran su cuerpo frecuentemente para incrementar la absorción del oxígeno del agua.
Las larvas de los gusanos blancos son algo parduscas y ligeramente más pequeñas que las del rojo. Ambas segregan una sustancia sedosa que pegan a restos de algas y otros detritus para fabricar guaridas en forma de tubitos, fáciles de observar en el fondo del agua o sobre la vegetación sumergida. En caso de fuerte infectación y con la plántula ya desarrollada dichos tubitos pueden llegar a cubrir grandes áreas del fondo de la tabla de arroz. Los tubos también sirven como red para atrapar algas y restos orgánicos de los que también se alimenta. Después de su cuarto estado la larva se recubre de un fino envoltorio de seda, provisto de un par de conductos para respirar, para transformarse en pupa. La pupa se sitúa cerca de la superficie y puede moverse lentamente en el agua mediante contracciones.
El estado pupal dura apenas 36 horas, incluso menos en condiciones adversas, tras el cual emerge el adulto a través de una hendidura dorsal, emprendiendo el vuelo y quedando los restos del envoltorio o capullo pupal en la superficie del agua. La escasez de agua estancada, propia de inviernos secos, es un inconveniente para que la plaga complete su ciclo, lo que conlleva una menor intensidad de los ataques primaverales al arrozal. En cambio la reutilización del agua de riego puede ocasionar la reinfectación de la tabla de arroz. Las bajas temperaturas en abril y mayo retrasan y disminuyen los daños, lo que puede ahorrarnos algún tratamiento. Parece ser que en estos años más fríos el gusano blanco ataca antes que el rojo. Las siembras tardías, por el contrario, aumentan considerablemente la población e intensidad de larvas de Quironómidos. El daño es más importante conforme menor es el tamaño de la plántula.
Daños
Los daños son causados por las larvas pudiendo ser muy considerables durante el periodo comprendido entre la germinación del grano y el estado fenológico de 3 hojas. Posteriormente la planta posee suficiente desarrollo para soportar los ataques, de forma que no tienen repercusión económica. Los gusanos rojos, fundamentalmente sus larvas L3 y L4, atacan las raíces de las plántulas, pudiendo llegar a cortarlas. Poseen unos pequeños garfios en su extremo posterior que les facilita su agarre. Las plántulas debilitadas son más propensas al encamado precoz, alargando además su ciclo, lo que las hace más vulnerables al ataque de otras plagas y enfermedades. Sus hojas quedan recostadas sobre la superficie del agua, sin fuerza para ponerse erectas.
Las plántulas desarraigadas suelen ser arrastradas por el viento que las deposita en la orilla de la parcela. Todo ello trae consigo una pérdida de producción y calidad del grano. Durante la etapa de plántula, con una o dos hojas, el sistema radicular debe de tener una longitud similar a la de la parte aérea. Las larvas de gusano blanco tienen un comportamiento parecido, pudiendo además perforar y devorar el interior del grano, que queda expuesto a la infección de hongos del suelo, imposibilitándose su germinación. Las larvas, dentro o cerca de su tubo protector, pueden llegar a observarse sobre o dentro de grano. Las larvas de Quironómidos pueden también alimentarse de las hojas, cortando sus puntas y, a veces, agujereando el resto de la hoja, aunque estos daños carecen de importancia.
Seguimiento y control
Es posible detectar la primera generación observando las pupas o los envoltorios pupales, especialmente si nos situamos en las piqueras de salida de una parcela no tratada. La subida de la temperatura trae consigo la aparición de los primeros enjambres de Quironómidos en el arrozal. Cuando la plántula alcanza unos 20 cm es relativamente fácil localizar las puestas, ya que quedan adheridas a sus hojas. Las larvas L2 y sobre todo la L1 son de un color rosado casi transparente pero las L3 y L4 son rojas y fácilmente reconocibles, sobre todo al amanecer. Suelen nadar entre dos aguas o refugiarse en sus tubitos terrosos, igualmente distinguibles. También pueden observarse y evaluarse a simple vista los daños causados en las raíces o en el grano.
Según el Reglamento Específico de Producción Integrada de Arroz el umbral de tratamiento se alcanza cuando en el 1% de las raíces se observan daños y/o presencia de larvas. El método más sencillo y útil para determinar la existencia de larvas de Quironómidos consiste en aplicar, mediante un pulverizador manual, un caldo insecticida diluido (50 ml de Malatión 50% por litro de agua), sobre una superficie de 1-2 m2. Transcurridos unos minutos se comprueba la posible existencia de larvas muertas en las depresiones del fondo (Tabla 1). Estos criterios y umbrales de tratamiento están expuestos a ligeras modificaciones conforme la investigación y la experiencia aporten nuevos conocimientos.
Los tratamientos químicos se hacen a toda la parcela, normalmente por avion. En parcelas muy pequeñas se utiliza la mochila. A veces se lleva a cabo una aplicación deficiente que consiste en atravesar la tabla vertiendo el producto sin diluir, mediante una lata con dos orificios en su base, el cual se va extendiendo a modo de mancha de aceite con la ayuda del viento. En las aplicaciones aéreas el volumen de caldo suele ser de 30-50 l/ha, no teniendo influencia el tamaño de la gota. Suelen emplearse dosis de 2 l/ha de Malatión 90% o de 2 Kg/ha de Triclorfón 80% (o bien cantidades equivalentes de estos insecticidas con otra formulación), para una altura de la lámina de agua de unos 5 cm. Antes del tratamiento es necesario establecer dicho nivel, e impedir la circulación del agua entre 24 y 48 horas, para que la concentración y la eficacia del insecticida sean las correctas.
A veces es necesario un segundo tratamiento, al alcanzarse nuevamente los umbrales recomendados, no soliendo retrasarse más de 14-18 días del primero. Raramente se lleva a cabo una tercera aplicación aunque en condiciones extremas alguna parcela ha tenido que sufrir hasta cinco aplicaciones. Los tratamientos contra larvas de Quironómidos no son preceptivos, es más, con la introducción de las normas de Producción Integrada dejan de tratarse muchas parcelas que algunos años suponen la mitad de la superficie arrocera andaluza. Algunos autores señalan la aparición de resistencias a ciertos insecticidas cuando se aplican reiteradamente. Parece conveniente prevenir o retrasar este fenómeno alternando o combinando Malatión y Triclorfón. Es conocida la importancia de acortar lo máximo posible el periodo comprendido entre la inundación inicial y la siembra a fin de no dar ventaja al desarrollo de la plaga respecto al de la planta.
La decisión de desaguar temporalmente la parcela debe ser tomada cuidadosamente dado que el incremento en el desarrollo de las malas hierbas, de las pérdidas de nitrógeno y de la susceptibilidad al desarraigo de la plántula, sobre todo si se alarga el periodo de seca, pueden contrarrestar los beneficios de la disminución de la población de larvas de Quironómidos que la seca trae consigo.
La resiembra motivada por elevada pérdida de plántulas tiene resultados inciertos, disminuyendo sus probabilidades de éxito conforme se retrasa su ejecución respecto a la fecha de siembra original.