Un trabajo liderado por el Institut Botànic de Barcelona y el International Center for Ethnobotanical Education, Research, and Service (ICEERS) ha analizado una treintena de estudios que avalan la eficacia del cannabis (Cannabis sativa) como insecticida natural. Se trata de la primera revisión sistemática que evalúa la evidencia de los usos de C. sativa como plaguicida.
En este trabajo se ha realizado, en primer lugar, una revisión de las evidencias etnobotánicas sobre el uso tradicional de Cannabis sativa como plaguicida en la base de datos CANNUSE, recientemente publicada por el equipo del Institut Botànic de Barcelona (IBB) y la Universitat de Barcelona (UB), y, en segundo lugar, una revisión sistemática de los estudios experimentales en los que se ha evaluado la eficacia de C. sativa contra distintos organismos.
Los resultados de la revisión sobre usos tradicionales sugieren un uso bien establecido de C. sativa como repelente o insecticida, sobre todo en países asiáticos. Se utilizan principalmente las hojas de la planta, aunque también se utilizan otras partes de la planta, tanto en crudo como para elaborar extractos acuosos. “Cannabis sativa se presenta como una alternativa altamente prometedora. No solo por su aparente eficacia contra distintos organismos constitutivos de plagas, sino porque la presencia de aceite esencial en esta planta es muy abundante, lo cual repercutiría en una producción muy eficiente. Además, en su cultivo, aparte de aprovechar su aceite esencial, otras partes de la planta podrían aprovecharse para la fabricación de fibras o para usos alimenticios, en el caso de sus semillas”, explica Genís Ona, investigador del ICEERS que ha participado en este trabajo, titulado The Use of Cannabis sativa L. for Pest Control: From the Ethnobotanical Knowledge to a Systematic Review of Experimental Studies.
En el caso de la revisión sistemática, se seleccionaron treinta artículos, de las cerca de seiscientas referencias iniciales que se encontraron en distintas bases de datos, que realizaron bioensayos con aceite esencial de C. sativa contra distintos organismos. La mayor parte de estudios evaluaron la toxicidad de la C. sativa para organismos dentro del fílum de los artrópodos. Entre ellos, cabe destacar que C. sativa resultó altamente tóxica para todos los arácnidos (garrapatas Hyalomma dromedarii o Rhipicephalus microplus). Cannabis sativa también mostró una gran toxicidad para 17 especies de insectos, entre ellos el mosquito Aedes aegypti, vector de diferentes virus, como el Zika, o el escarabajo Oryzaephilus surinamensis. A otros insectos, por el contrario, no les afectó; es el caso, por ejemplo, de la mosca de la fruta Drosophila melanogaster.
Al margen de los artrópodos, distintos estudios testaron la toxicidad de C. sativa para varias especies de nematodos. En este caso, C. sativa resultó tóxica para Meloidogyne incognita, Steinernema carpocapsae o Heterorhabditis bacteriophora. Sin embargo, no se observó una toxicidad relevante en el caso de otros nematodos como Caenorhabditis elegans o Strongyloides papillosus. En el caso de estos últimos, el aceite esencial utilizado se extrajo de variedades salvajes de C. sativa, o cáñamo silvestre, mientras que en los casos en los que se observó toxicidad para el resto de nematodos, se utilizaron quimiotipos específicos de C. sativa, lo que sugiere que estos últimos serían más eficaces que C. sativa común, o salvaje. Cannabis sativa también resultó tóxica para las dos especies de hongos que se probaron en estos estudios (Sclerotium rolfsii y Cryptococcus neoformans), así como para el único organismo perteneciente a los gasterópodos, Physella acuta.
El trabajo también destaca la gran heterogeneidad de los métodos utilizados en los estudios revisados. Diecisiete de los treinta estudios utilizaron C. sativa salvaje o común, mientras que el resto utilizaron quimiotipos específicos. La mitad de los estudios no analizó el perfil fitoquímico de las plantas utilizadas para la extracción del aceite esencial. En catorce estudios se utilizaron las hojas de C. sativa para la extracción del aceite esencial, en cinco estudios se utilizaron las flores, y el resto utilizaron combinaciones de estas y otras partes de la planta. También se reportaron un gran número de métodos de extracción, aunque la extracción por vapor o la hidrodestilación fueron los más comunes.
Uno de los estudios demostró que los aceites esenciales extraídos de las flores de la planta fueron más eficaces que los extraídos de las hojas. Esto se puede explicar debido a la mayor concentración de cannabinoides y terpenoides en las flores de C. sativa y, en general, en sus partes aéreas. También en el mismo estudio se encontró que el aceite esencial de C. sativa ejerció mayor eficacia que los aceites esenciales de las plantas Cunninghamia konishii y Corymbia citriodora, actualmente considerados como candidatos muy prometedores para su uso en el control de plagas.
Otro estudio incluido en la revisión comparó la eficacia de aceites esenciales extraídos de plantas frescas con respecto a aceites extraídos de plantas secas. En este caso, se observó mayor eficacia en los primeros, lo cual se puede explicar por la mayor presencia de compuestos volátiles, como los terpenos, en el material fresco.
En cuanto a los posibles mecanismos que podrían explicar las acciones insecticidas de C. sativa, el estudio menciona las conocidas acciones biológicas de terpenos (se han identificado más de cien en esta planta) o flavonoides (se han identificado más de veinte). En el artículo se sugiere que los cannabinoides presentes en la planta también pueden jugar un papel crucial, pues estos son capaces de inhibir la acetilcolinesterasa y producir una intoxicación colinérgica como la producida por otros insecticidas del grupo de los organofosfatos o los neonicotinoides. Además, los cannabinoides también inhiben la glucoproteína P, una proteína responsable de la extrusión de químicos de la célula y altamente involucrada con los procesos de tolerancia, lo cual incluye los mecanismos detoxificantes en el caso de plaguicidas. La inhibición de esta proteína estaría potenciando las acciones biológicas de otros compuestos, como los terpenos. En el artículo se sugiere que los posibles mecanismos de los efectos biológicos de C. sativa en estos organismos puede explicarse por efectos de interacción sinérgica o aditiva, pero aun faltan trabajos científicos para dilucidar exactamente cuáles son estos mecanismos, así como estandarizar los métodos utilizados en futuros bioensayos.