Evaluar la vulnerabilidad del suelo al cambio climático y el impacto de diferentes prácticas agrícolas en la adaptación climática en la UE es lo que persigue el Proyecto MINOTAUR, que cuenta con la participación de dieciséis instituciones de investigación europeas, incluyendo tres institutos del CSIC: el Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA), la Misión Biológica de Galicia (MBG) y el Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura (CEBAS).
Este proyecto, de tres años de duración, está enmarcado en el Programa EJP SOIL, financiado por la Unión Europea, que tiene como objetivo principal mejorar la calidad del suelo y la gestión agrícola a través de enfoques innovadores y prácticas sostenibles. Para ello, espera obtener datos de campo y de experimentos de laboratorio que muestren cómo responde la diversidad taxonómica y funcional del suelo y sus funciones ecosistémicas ante distintas prácticas agrarias en condiciones de cambio climático. Estos datos se emplearán posteriormente para calibrar y validar modelos y mapas de biodiversidad edáfica en Europa, que pueden ayudar a la toma de decisiones sobre los mejores usos del suelo en diferentes zonas de Europa.
Con este fin se ha trabajado en una red de experimentos europeos a largo plazo (ocho en total) que conforman un gradiente con diferentes condiciones climáticas y tipos de suelos, así como diferentes prácticas agrarias que incluyen distintos tipos de fertilización y arado del suelo. Estos ensayos agrícolas abarcan un rango latitudinal que cubre de España a Suecia, e incluye La Finca Experimental de la Canaleja (INIA-CSIC), uno de los ensayos agrícolas a largo plazo más antiguos de la región mediterránea.
En cada ensayo se tomaron muestras de suelos sometidos a distintos tratamientos experimentales de fertilización y roturación. El consorcio del proyecto MINOTAUR, bajo la coordinación del INIA-CSIC, ha colaborado en determinar en estos suelos la abundancia y clasificación funcional y/o taxonómica de una amplia lista de indicadores biológicos, tales como hongos y bacterias (microbiota), nematodos (microfauna), microartropodos (mesofauna) y lombrices (macrofauna). En las mismas muestras se han determinado también parámetros físicos, químicos y biológicos que se asocian con funciones ecosistémicas características de los suelos, como el secuestro de carbono y el ciclado de nutrientes, la regulación hídrica y el potencial antifitopatógeno. En la etapa final de proyecto se evaluará el impacto de la gestión agrícola en estos indicadores biológicos y funciones ecosistémicas en función de las condiciones edafoclimáticas.
Tres de estos ensayos han sido, además, seleccionados para realizar un ensayo de cambio climático coordinado por el CEBAS y la MBG. Este trabajo experimental de laboratorio permitirá conocer cómo las prácticas de gestión agrícola alteran la resiliencia de la diversidad y funcionalidad del suelo ante la sequía y el incremento de aridez asociado con los escenarios de cambio climático. Los resultados se presentarán ante el consorcio MINOTAUR en la próxima reunión de proyecto, que se celebrara en octubre en Rennes (Francia).