Investigadores del Área de Sistemas Forestales del Instituto del Corcho, la Madera y el Carbón Vegetal (ICMC), centro adscrito a CICYTEX, y de la Universidad de Extremadura han desarrollado modelos epidemiológicos que ayudan a explicar cómo se propaga la seca en encinas y alcornoques. El estudio, cuyo objetivo ha sido ampliar el conocimiento que existe sobre las vías de dispersión y contagio del patógeno que provoca la enfermedad (Phytophthora cinnamomi) para diseñar mejores estrategias de control, revela la importancia de los animales y vehículos como vectores de propagación.
Esta investigación se ha llevado a cabo en Extremadura, donde la enfermedad está presente ya en más de 7.000 focos, observando su evolución durante treinta años a diferentes escalas, desde pequeñas parcelas hasta superficies de más de 50.000 hectáreas. A escala de parcela, el estudio se ha llevado a cabo en brezales de las Villuercas. El modelo resultante revela la importancia del transporte del patógeno mediante los flujos de agua en el suelo. Gracias a estos flujos, los focos existentes van creciendo aguas abajo en forma de abanicos cuya anchura y longitud dependen de la topografía del terreno. A mayor escala, en un área que abarca tres decenas de fincas al sur de la Sierra de San Pedro, se ha constatado que el transporte en el suelo pierde relevancia en relación con otras formas de contagio. Este modelo indica que, entre otros factores, el movimiento de animales y vehículos, que actúan transportando partículas de suelo infectado, juega un papel primordial en la propagación de la seca. La enfermedad progresa fundamentalmente por la aparición de nuevos focos en el entorno próximo de los preexistentes.
Los resultados obtenidos en este trabajo también sugieren que, dentro de las características típicas de los ecosistemas extremeños, propiedades concretas de la masa forestal como la diversidad de especies, por un lado, y las condiciones ambientales específicas de temperatura y humedad, por otro, tienen una importancia más bien secundaria en la transmisión del patógeno. Los datos recogidos permiten concluir que el control de la enfermedad puede mejorarse mediante la definición de zonas de riesgo basada en la posición de los focos actuales, la topografía y las rutas habituales de los vectores. El control de la movilidad de estos vectores podría resultar clave para contener la transmisión, y ayudar así a preservar ecosistemas de gran valor ambiental y socioeconómico para la región.
Los modelos epidemiológicos (comportamiento de la enfermedad) obtenidos están basados en un intenso trabajo de observación a través de imágenes aéreas históricas y en la detección y aislamiento del patógeno en campo. Sirven para cartografiar el riesgo de que una determinada masa forestal contraiga la enfermedad, ayudando a poner en marcha medidas preventivas en áreas concretas. Este trabajo ha contado además con la colaboración de físicos, hidrólogos y epidemiólogos de la Universidad de Berkeley (Estados Unidos) y de la universidad alemana Friedrich-Alexander.