El Palau de les Arts de Valencia acogió el 23 y 24 de noviembre el II Encuentro Internacional Renowagro. Este foro internacional concebido para analizar los recursos renovables para la sostenibilidad del sector agroalimentario reunió a más de mil asistentes y casi una treintena de expertos. En esta edición, el programa se centró en la gestión sostenible de los suelos.
Coordinado por el investigador de Fertinagro Biotech, Miguel Ángel Naranjo, a través de las tres cátedras del Grupo Térvalis, el congreso contó con la colaboración del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación del Gobierno de España, La Generalitat Valenciana, el CEBAS-CSIC, la Universidad Politécnica de Valencia, ASAJA y Cajamar.
Durante dos intensos días se abordó la gestión integral de los suelos, la importancia del suelo en la economía y en la sociedad, el suelo como núcleo de una agricultura sostenible y la importancia de su microbioma, o el uso de bacteriofagos para el biocontrol de la nitrificación en suelos agrícolas, entre otros temas. “Este es un punto de encuentro para todos los integrantes del sector: consumidores, productores de alimentos, distribuidores, productores de insumos… un sector que se encuentra ante retos importantes pero que en los últimos veinte años ha conseguido multiplicar por cuatro el valor de las exportaciones orientándose hacia lo que el cliente quiere”, destacó Sergio Atares, director de Planificación Estratégica de Fertinagro Biotech, en la apertura del congreso.
El ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, participó en la inauguración en el que fue su primer viaje oficial tras la formación del nuevo Gobierno. El ministro valoró el esfuerzo conjunto de administraciones públicas, la comunidad científica, las distintas iniciativas públicas y privadas, y el propio sector agrario para poder contar con suelos sanos que garanticen el futuro de la alimentación y del planeta. “Si trabajamos todos juntos, en la misma dirección, podremos dar respuesta a los grandes problemas para alcanzar un futuro positivo”.
España es el cuarto país exportador de alimentos de la Unión Europea y el séptimo del mundo. Para consolidar esta posición de liderazgo, el ministro señaló la necesidad de lograr explotaciones más sostenibles desde el punto de vista ambiental, económico y social: “Los desafíos medioambientales no esperan y debemos ser capaces de resolverlos, para conseguir que la sostenibilidad sea rentable; porque si no es rentable, no será sostenible”.
España pierde unas 3,9 toneladas de suelo agrícola por hectárea y año debido a la erosión hídrica, cuando la media de la UE está en 2,5 toneladas, según el Joint Research Center. “Los problemas ambientales hay que resolverlos aquí y ahora”, advirtió Planas, que recordó que el Gobierno aprobó en 2022 la Estrategia Nacional de Lucha contra la Desertificación, en línea con la Estrategia de la Unión Europea para la Protección del Suelo. El principal objetivo de esta iniciativa es lograr unos suelos sanos, que mantengan su capacidad de proveer bienes y servicios a la sociedad. Asimismo, el real decreto de nutrición sostenible de los suelos agrarios busca racionalizar las labores de fertilización y preservar y vigilar el estado de dichos suelos.
El suelo concentra el 59% de la biodiversidad del planeta y es el segundo mayor reservorio de carbono, después de los océanos
En el marco de la Política Agraria Común (PAC), Planas incidió en la importancia de los ecorregímenes como herramienta que incentiva económicamente la adopción de prácticas agrarias y ganaderas más respetuosas con el medio ambiente. En el ámbito de la investigación, El ministro valoró el acuerdo firmado con INIA-CSIC para establecer el Plan de seguimiento del impacto de las medidas de la PAC, que va a permitir analizar el contenido de carbono en un total de 16.000 parcelas agrarias en el periodo 2023-2029.
José Capilla, rector de la UPV, remarcó en su discurso de bienvenida el reto de la sostenibilidad al que se enfrentan las sociedades modernas y desarrolladas que hacen un uso intensivo de recursos: “La presión sobre el planeta y sus ecosistemas es impresionante y pone en riesgo sin ninguna duda nuestro futuro”.
El primer día, Fernando Miranda, secretario general de Agricultura y Alimentación, señaló que España debe seguir aspirando a ser una potencia agroalimentaria mundial: “Necesitamos tener un nivel suficiente de producción de alimentos, mantener un mínimo de autosuficiencia, y hacerlo utilizando la educación, la I+D+i y la tecnología”.
El suelo concentra el 59% de la biodiversidad del planeta, según revela un estudio reciente que trajo a colación Jorge Mataix, presidente de la Sociedad Española de la Ciencia del Suelo (SECS). Esta entidad sin ánimo de lucro, fundada en 1947 en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), tiene entre sus principales objetivos promover el estudio, el conocimiento, la investigación y la protección del suelo; difundir el papel que juega el suelo en la sociedad, a través de los servicios ecosistémicos que desempeña, como la producción de alimentos y materias primas, la protección de los ecosistemas y de la herencia arqueológica (y paleontológica), además de ser soporte físico para las actividades humanas; y preservar el conocimiento adquirido sobre el suelo, su gestión y utilización, tanto en aspectos productivos como ambientales que permitan optimizar sus aptitudes para su mejor uso.
La “epidermis de la Tierra”, como la definió Mataix, es el segundo mayor reservorio de carbono del planeta después de los océanos. Con el propósito de aumentar la concienciación y la comprensión de su importancia en la seguridad alimentaria y las funciones ecosistémicas esenciales, la Organización de las Naciones Unidas declaró 2015 como el Año Internacional de los Suelos. Para mantener el nivel de actividad generada ese año, la Unión Internacional de la Ciencia del Suelo elevó ese reconocimiento a Década Internacional de los Suelos 2015-2024.
En un debate sobre la investigación científica de los suelos agrícolas, Rodolfo Canet, director del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias, destacó el papel que ejerce en la gestión de plagas y enfermedades, ya que muchos patógenos pasan allí parte de su ciclo biológico. También recalcó que el éxito o fracaso de muchos tratamientos con bioestimulantes o micorrizas depende en gran medida de la salud del suelo. “La investigación lleva tiempo y requiere mucha inversión”, recalcó Canet al incidir en la necesidad de aumentar el conocimiento científico de este recurso natural.
“El suelo es el centro nuclear de la sostenibilidad de la agricultura del futuro”, subrayó Carlos García Izquierdo, profesor de investigación del Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura (CEBAS-CSIC), que identificó a los microorganismos que lo habitan como “los mejores trabajadores” para la agricultura, aunque para que funcione el microbioma del suelo (el conjunto de hongos, bacterias y virus presentes en el suelo), “es importante que las especies estén bien ordenadas”.