Los socios del proyecto Sensoplag presentaron en la Finca Sinyent, de la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA), las tecnologías que han desarrollado durante los últimos dos años para lograr una aplicación más temprana, precisa y sostenible contra las principales plagas de los cítricos.
Este proyecto coordinado por AVA-ASAJA y financiado por la Generalitat Valenciana, a través de la Agencia Valenciana de la Innovación, y la Unión Europea, despliega una amplia gama de innovaciones tecnológicas, como vehículos terrestres robotizados, drones, sensores fijos, información satelital y fotografías tomadas por el propio agricultor, para facilitar la detección de las plagas. El objetivo es mejorar el control de las plagas más importantes que ya están causando graves daños en los cítricos valencianos: el cotonet de Sudáfrica (Delottococcus aberiae), el ácaro oriental (Eutetranychus orientalis), el ácaro de Texas (Eutetranychus banksii), trips que afectan al cultivo, como pezotrips, el trips de la orquídea y Scirtothrips aurantii, así como los vectores que transmiten la bacteria causante del HLB: Trioza erytreae y Diaphorina citri.
Sensoplag parte de la premisa de introducir tecnología y digitalización en el sector agrario para prevenir y combatir plagas en un contexto donde cada vez hay más limitaciones en el uso de materias activas fitosanitarias. Estos avances tecnológicos permiten aplicar una agricultura de precisión, planta a planta, lo que reducirá costes, incrementará la productividad y mejorará la sostenibilidad medioambiental. Y, además, de una manera sencilla para el agricultor, mediante la creación de repositorios de información, herramientas informáticas y aplicaciones para móviles que resulten fáciles, intuitivas y ágiles de utilizar incluso para pequeñas explotaciones.
Carlos Montesinos, agente de innovación de AVA-ASAJA, confía en que los prototipos desarrollados en Sensoplag puedan ser finalmente fabricados y comercializados: “El objetivo final del proyecto es obtener una comercialización de la tecnología desarrollada principalmente para que nos sirva a nosotros como agricultores para adelantarnos a esta presencia de plaga y, al final, facilitar el manejo de los cultivos, aumentando así la rentabilidad de los mismos y la calidad de la cosecha”.
Uno de los trabajos más novedosos desarrollados en este proyecto ha sido el diseño de un prototipo de nariz electrónica, dispositivo que combina sensores electroquímicos con sensores ópticos, para detectar la presencia del cotonet de Sudáfrica. Sheila Sánchez, del Grupo Redolí de la Universitat de Valencia, explica que esta tecnología “busca imitar el sistema olfatorio y detecta el cotonet a través de los compuestos volátiles que emiten. Hemos hecho ensayos in vitro para poder seleccionar aquellos sensores que daban una respuesta clara y luego los hemos puesto a prueba en campo; obtenemos modelos de predicción que dicen que nuestra nariz electrónica detecta cotonet con una eficacia bastante importante”.
Enrique Moltó, investigador del Centro de Agroingeniería del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA), detalló su línea de trabajo, centrada en la teledetección por satélite que, combinada con fuentes de información como ortofotos, puede localizar automáticamente el nivel de infestación de negrilla, conjunto de hongos que se desarrollan sobre la melaza secretada por algunos insectos, y que por tanto supone un indicador de la presencia de algunas plagas; entre ellas, áfidos como los vectores del HLB y cóccidos como D. aberiae. “La ventaja de la teledetección es que obtenemos observaciones de los campos cada semana y podemos hacer un seguimiento de la evolución de las plagas”. Un sistema similar al de este trabajo podría aplicarse para detectar el estrés fotosíntético y localizar también la presencia de ácaros tetraníquidos, como E. banksii y E. orientalis.
En la misma línea, Lorenzo Cervera, responsable de proyectos del centro tecnológico AINIA, presentó un trabajo que combina la información proporcionada por un dron de ocho hélices, que dispone de una cámara hiperespectral y multiespectral, y un vehículo autónomo sensorizado. A pesar de los problemas surgidos para correlacionar los datos obtenidos con los daños de la plaga objeto, AINIA aboga por continuar esta línea de trabajo que acerca la tecnología al usuario.
Por su parte, Sergio Cubero, del Centro de Agroingeniería del IVIA, mostró a los asistentes los prototipos diseñados de trampas inteligentes cromotrópicas, con placas solares y baterías de ultra bajo consumo, que facilitan a los agricultores o técnicos conocer la presencia continuada de plagas sin necesidad de pisar el campo. “El dispositivo es capaz de tomar imágenes de esas trampas cromáticas que atraen a los insectos a las plagas en las parcelas en las que hay incidencia y podemos recibir esas imágenes en nuestro ordenador o nuestro teléfono para comprobar si realmente hay o no presencia de la plaga. La ventaja es que nos evitamos tener que estar continuamente visualizando en campo todas estas trampas y podemos ver esa evolución a la frecuencia que nosotros necesitemos”.
Salvador Rodrigo, de Locatec Aplicaciones Informáticas, avanzó el diseño de una aplicación móvil que, una vez desarrolla, pretende facilitar al agricultor la identificación de las plagas gracias a un banco de miles de imágenes. Además, la empresa tecnológica ha elaborado una plataforma de integración de todas las tecnologías y un recomendador de tratamientos fitosanitarios para aconsejar el producto más adecuado con la menor dosis.
En la presentación de los resultados de Sensoplag, el presidente de AVA-ASAJA, Cristóbal Aguado, subrayó que “la digitalización es una asignatura que todos debemos estudiar. En el caso de la agricultura, proyectos como este son necesarios para adaptarnos a las exigencias del Pacto Verde Europeo, ya que las nuevas tecnologías pueden acercarnos a la prevención y la lucha de plagas con mayor concreción y menor uso de productos fitosanitarios”.