La organización agraria ARAG-ASAJA, en colaboración con la Asociación de Investigación para la Mejora del Cultivo de la Remolacha Azucarera (AIMCRA), participa en un estudio que trata de encontrar soluciones al control de plagas en la remolacha, ante la prohibición del uso de neonicotinoides, y garantizar la rentabilidad de este cultivo en el norte peninsular.
El proyecto, que comenzó el año pasado, ha seleccionado esta campaña campos demostrativos en Castañares de Rioja y Casalarreina en los que se están realizando diferentes estudios que abordan el establecimiento de trampas y una red de alertas que permita detectar la aparición de una plaga en las primeras fases, la evaluación de la eficacia de insecticidas foliares autorizados para el control de especies de pulgón transmisoras de la amarillez virosa de la remolacha, la evaluación de la resistencia a esta enfermedad y el rendimiento de nuevas variedades de remolacha.
Además, a lo largo de esta campaña, los técnicos de ARAG-ASAJA han formado a los agricultores en el manejo de herramientas como la red de avisos y la correcta identificación de las plagas y realización de los tratamientos.
La campaña de remolacha ya ha comenzado en La Rioja con el arranque de las primeras parcelas tras la apertura, el 24 de octubre, de la fábrica de Azucarera en Miranda de Ebro. En las primeras entregas de remolacha, la polarización está siendo más baja que en anteriores campañas, aunque el peso de la remolacha ha evolucionado favorablemente. La incidencia de enfermedades como la cercospora se ha incrementado a partir de septiembre en muchas parcelas.
En la presente campaña se ha recuperado parte de la superficie perdida los últimos años, debido al aumento del precio pagado al cultivador y al control de las enfermedades foliares con las nuevas variedades resistentes a cercospora. Actualmente, se dedican al cultivo de la remolacha en La Rioja Alta aproximadamente 70 cultivadores, con una superficie de 670 hectáreas cultivadas.