Las tormentas de junio en Navarra pueden tener repercusiones importantes sobre la sanidad de diversos cultivos hortícolas y frutales. Este tipo de parcelas se encuentran en una época en la que la actividad en los regadíos es muy alta y hay muchos cultivos en desarrollo que pueden ser susceptibles a enfermedades fúngicas y bacterianas, advierte el servicio de Protección de Cultivos de INTIA.
En el caso de los frutales pueden provocar infecciones primarias de diversos hongos patógenos o la reactivación de las infecciones ya presentes. Por ejemplo, moteado en los frutales de pepita, septoria y mancha negra en peral, cribado en frutales de hueso o mancha ocre en almendro. En el caso de los cultivos hortícolas que se encuentran en pleno desarrollo, como tomate, patata y pimiento, las lluvias en esta época favorecen los ataques de mildiu y, en el caso de tormentas, pueden producirse problemas de bacteriosis.
La mayor superficie de estos cultivos se encuentra en regadíos de la zona sur de Navarra donde, a pesar de las últimas tormentas, las lluvias han sido muy escasas durante el resto de la primavera. En consecuencia, la incidencia de este tipo de enfermedades ha sido hasta el momento baja tanto en frutales como hortícolas. Pese a ello, INTIA recomienda una mayor vigilancia ante la posible aparición de síntomas tras las últimas tormentas.
El riesgo es especialmente importante cuando estos fenómenos meteorológicos vienen acompañados de granizo. Además del daño directo que puede provocar, como el observado tras las últimas tormentas en los racimos de vid, las heridas provocadas por el granizo son una vía de entrada para enfermedades tanto fúngicas como bacterianas. Estas últimas solo pueden controlarse de manera preventiva con aplicaciones de productos a base de cobre, lo antes posible después del periodo de tormenta. Estás aplicaciones ayudan a limitar la entrada de hongos y bacterias a la planta a través de las heridas provocadas, a la vez que facilitan su cicatrización.
El instituto navarro señala que la climatología de los últimos días de junio, caracterizada por la ausencia de lluvias y la prevalencia de viento norte (cierzo), favorece la sanidad del cultivo y reduce la repercusión de enfermedades tras las tormentas ocurridas.