La dificultad para controlar las poblaciones de las moscas blancas espirales (Aleurodicus dispersus y A. floccisimus) en Canarias está comprometiendo el éxito del control biológico de otras plagas de las plataneras, al tener que recurrir al uso de insecticidas químicos que pueden afectar a los enemigos naturales.
Plagas como la araña roja (Tetranychus urticae), la cochinilla algodonosa (Dysmicoccus grassii), la lagarta o bicho camello (Chrysodeixis chalcites), el trips del plátano (Hercinothrips femoralis y H. bicinctus) o el picudo negro de la platanera (Cosmopolites sordidus) se están controlando eficazmente con métodos biológicos o biotecnológicos. Sin embargo, todavía no se han conseguido resultados satisfactorios en el control de las moscas blancas espirales, dos especies de origen neotropical que hicieron su aparición en el cultivo de platanera en los años noventa y cuyas ninfas segregan material céreo y excreciones azucaradas sobre el cual crece también la fumagina, lo que reduce la capacidad de fotosíntesis y la transpiración de la planta.
Pese a su búsqueda desde hace años, todavía no se han encontrado enemigos naturales de probada eficacia contra esta plaga. Actualmente, el manejo correcto incluye comenzar con lavados de agua a presión, a la que se puede añadir jabón fosfórico o potásico, antes de aplicar las materias autorizadas.
Miguel Ángel Dionisio, investigador asociado Instituto Canario de Investigaciones Agrarias (ICIA), reconoce que la dificultad del control de esta plaga está condicionando el control biológico de las otras plagas frecuentes en las plataneras. “Tenemos herramientas biológicas muy eficaces para el control, por ejemplo, de araña roja, Dysmicoccus grassii, Chrysodeixis chalcites… la práctica totalidad de plagas de la platanera, pero se nos siguen quedando colgadas las moscas espirales, que no son solo plagas en la platanera, sino un problema muy grande en parques y jardines. El agricultor, aunque trate de hacer un manejo integrado del conjunto de plagas, y utilice organismos de control biológico para combatir la mayoría, cuando aparecen las moscas blancas espirales debe recurrir obligatoriamente al uso de agroquímicos sintéticos, que son tóxicos para los enemigos naturales, condicionando el control biológico en las parcelas”.
Desde la aparición de las moscas blancas espirales, el ICIA puso en marcha prospecciones para identificar enemigos naturales, como el parasitoide Encarsia hispida De Santis y el coccinélido Delphastus catalinae (Horn); diferentes ensayos mostraron su eficacia en el control de A. dispersus, pero no de A. floccissimus. En el año 2000 se inició un proyecto de control biológico clásico de las moscas blancas espirales, que derivó en la importación del parasitoide Encarsia guadeloupae Viggiani y del coccinélido Nephaspis bicolor. También se están estudiando otras vías, como la utilización de fitoseidos, pero esta especie no se consigue instalar en las plataneras.
Otra plaga para la que no se han encontrado herramientas biológicas “contrastadas con datos científicos” es el complejo de especies del trips del plátano (principalmente, H. femoralis y H. bicinctus). La eficacia de los ácaros fitoseidos depredadores, como Amblyseius cucumeris, es muy limitada, en comparación con su voracidad con otras especies de trips, explica Dionisio, que aboga por el control biológico inundativo (liberaciones repetitivas de enemigos naturales en cantidades elevadas) en una estrategia preventiva, ya que estos depredadores actúan sobre el primer estadio larvario.