Tras las precipitaciones de marzo, la Red de Alerta e Información Fitosanitaria de Andalucía (RAIF) ha constatado una considerable propagación de la septoria, especialmente en los cultivos de trigo duro, que muestran mayor susceptibilidad a esta enfermedad. En algunas variedades particularmente vulnerables, la severidad de la infección ha alcanzado niveles del 60-70%, y si no se han aplicado tratamientos específicos, es probable que la infección se agrave.
Causada por el hongo Septoria tritici, esta enfermedad del trigo comienza por las partes bajas de la planta y va subiendo a las hojas de las partes más altas. La infección primaria se produce por penetración de esporas asexuales en el tejido de las plantas jóvenes, normalmente en las hojas basales. La lluvia y el viento provocan la diseminación al resto de la planta y a otras plantas, tras sucesivos procesos de infección secundaria. Si las condiciones persisten, puede afectar a la espiga e infectar a las semillas.
La sintomatología inicial presenta zonas irregulares con manchas cloróticas que tienden a alargarse y, posteriormente, se vuelven pardas, con un halo amarillento. Las manchas crecen y se necrosan, formando manchas secas en las que se pueden apreciar unos puntitos (picnidios) de color miel a negruzco, según la especie. La necrosis y el secado de las zonas afectadas provocan una disminución de la capacidad fotosintética de la planta y, en consecuencia, una reducción en la migración de nutrientes al grano.
La septoria está formada por muchas razas y, hasta la fecha, no se ha identificado ninguna variedad de trigo totalmente inmune. Aunque algunas ofrezcan cierta resistencia a determinadas cepas, aún no se ha encontrado una que sea resistente en su totalidad a esta enfermedad. Sin embargo, hay variedades más vulnerables. A diferencia de la roya, se desarrolla de forma gradual, lo que permite gestionar el cultivo con mayor precisión y valorar la necesidad de intervenir con fungicidas.
Para favorecer su control, se recomienda sembrar variedades poco sensibles, evitar siembras precoces, eliminar el ricio del trigo en el periodo intercultivo, enterrar los restos del cultivo en las parcelas afectadas por la enfermedad, utilizar semilla tratada cuando provenga de parcelas afectadas en primavera y realizar una fertilización sin excesos de nitrógeno.