Un grupo de investigación de la Universidad de Córdoba estudia las propiedades moleculares de la encina en busca de aquellos árboles más resistentes frente a la sequía y el síndrome de la seca. Gracias a este trabajo, se ha podido proponer una lista de posibles marcadores que servirán a los mejoradores para incluirlos en sus programas de selección de individuos y de reforestación para repoblar zonas afectadas por sequía.
El objetivo de este estudio ha sido identificar árboles más tolerantes a sequía a partir del estudio de sus proteínas ‘proteoma’, para determinar aquellas proteínas que puedan estar implicadas en dicha tolerancia. Así, se han elegido cuatro poblaciones de diferentes puntos de Andalucía y se ha realizado un experimento de estrés por sequía con sus plantones. Se han llevado a cabo estudios fisiológicos (como la medida de la fluorescencia de las hojas) para determinar la caída de la fotosíntesis y, de este modo, seleccionar dos tiempos de muestreo para el posterior análisis molecular. Aquellas proteínas que han aumentado en respuesta ante la sequía, lo cual ha pasado en al menos dos de las poblaciones estudiadas, se han seleccionado para realizar un segundo análisis.
Esta doble estrategia de cuantificación de proteínas y péptidos (un tipo de molécula) ha permitido seleccionar aquéllas más estables en el tiempo que pueden estar implicadas en la tolerancia a la sequía y que, por tanto, pueden ser utilizadas como posibles marcadores moleculares. “Aquellos árboles cuyo genoma esté expresando el mayor número o mayor cantidad de estas proteínas, probablemente sean más tolerantes frente a la sequía”, explica la Dra. María Ángeles Castillejo, del grupo de investigación AGR-164 ‘Bioquímica, Proteómica y Biología de Sistemas Vegetal y Agroforestal’ de la UCO, que ha coordinado este estudio junto al profesor Jesús V. Jorrín-Novo y la Dra. Lola Rey.
La encina (Quercus ilex) tiene una alta adaptabilidad y resistencia de forma natural a las inclemencias climatológicas de un entorno seco y con altas temperaturas. Sin embargo, la sequía es una de las principales causas de mortalidad en plantaciones de encinas, siendo el estrés por sequía un importante factor que, además, contribuye al denominado síndrome de la seca. Se trata de un síndrome multifactorial, que provoca el decaimiento y muerte de las encinas, en el que se suma una combinación de estrés por sequía, altas temperaturas y el ataque de patógenos de suelo, principalmente Phytophthora cinnamomi, situación que tenderá a agravarse en un escenario de cambio climático.
Sin embargo, no todas las encinas se ven igual de afectadas: algunas muestran una mayor resistencia o tolerancia frente a estos estreses. Este estudio de la UCO permitirá identificar los árboles con mayores posibilidades de sobrevivir ante las circunstancias más adversas.