La encuesta anual de incidencia del HLB realizada por Fundecitrus, asociación promovida por los productores de cítricos del estado de São Paulo (Brasil), indica que la enfermedad pasó del 24,42% en 2022 al 38,06% en 2023 en todo el cinturón citrícola de São Paulo y el Sudoeste de Minas. Un incremento del 56% que se traduce en aproximadamente 77,22 millones de árboles enfermos de un total de 202,88 millones. Se trata del sexto año consecutivo de crecimiento en la incidencia de la enfermedad, pero es el mayor aumento en puntos porcentuales de toda la serie histórica desde 2008.
“Es un momento muy delicado. Estamos en una situación en la que una correcta gestión será decisiva para reducir la incidencia”, advierte el director general de Fundecitrus, Juliano Ayres. Una de las principales causas del avance de la enfermedad es la práctica de mantener en las parcelas los árboles enfermos, unido al control insuficiente de Diaphorina citri, el vector que transmite la bacteria de un árbol a otro.
En 2022, la población de psílidos monitoreada por el sistema de Alerta Fitosanitaria de Fundecitrus duplicó la población de 2021, que ya había alcanzado un récord desde 2009. “Este aumento en la población de psílidos, asociado al mantenimiento de enfermedades plantas en huertos, culminó con un aumento alarmante de la enfermedad en 2023”, afirma Renato Bassanezi, investigador de Fundecitrus.
El promedio de psílidos capturados en la primera quincena de agosto aumentó un 80,4% respecto a la quincena anterior y un 53,2% respecto al mismo período de 2022. La dificultad en el control de D. citri se debe, principalmente, al uso intensivo y seguido de los insecticidas del grupo piretroides y neonicotinoides, que ha favorecido la aparición de poblaciones resistentes a estas sustancias activas. “La falta de una rotación adecuada de insecticidas con diferentes modos de acción, adoptados por la mayoría de los citricultores, provocó la rápida selección de poblaciones de psílidos resistentes a estos dos grupos de insecticidas y, en consecuencia, la pérdida de efectividad de estos productos en el campo”, explica Bassanezi.
El clima también contribuye a esta mayor incidencia de la enfermedad. En la última campaña, las condiciones climáticas en algunas regiones, con lluvias más frecuentes y temperaturas menos calurosas durante la primavera y el verano, propiciaron el aumento del psílido y la propagación de la bacteria.