La Unidad de Micología del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias, en colaboración con el Instituto Superior de Agronomía de Chott Mariem de Túnez, ha demostrado en un estudio conjunto la idoneidad climática de la cuenca del Mediterráneo para el desarrollo de la mancha negra de los cítricos.
Phyllosticta citricarpa, hongo causante de esta enfermedad, está considerado actualmente como patógeno de cuarentena prioritario en la Unión Europea. En este estudio se simularon mediante modelos matemáticos las infecciones potenciales de P. citricarpa en todas las regiones citrícolas de la cuenca del Mediterráneo. Para ello, se emplearon por primera vez en este tipo de análisis los datos climáticos de alta resolución espacial de la plataforma ERA5Land del programa Copernicus de la UE.
Los resultados, publicados en la revista Scientific Reports, indican que las infecciones de P. citricarpa en la cuenca del Mediterráneo se concentrarían principalmente en primavera y otoño. Además, los valores obtenidos con estos modelos para las principales zonas citrícolas europeas fueron muy similares a los de Túnez y otras regiones afectadas por la enfermedad. Este estudio demuestra que el clima no supone un factor limitante para el establecimiento y diseminación de la mancha negra de los cítricos en Europa. Estos trabajos, cuyos datos y el código están publicados en acceso abierto, han sido financiados por el proyecto GP/EFSA/ALPHA/2019/04 de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y la Unión Europea a través del Fondo Social Europeo (FSE).
La mancha negra es la principal enfermedad fúngica de los cítricos a nivel mundial. La legislación fitosanitaria europea establece medidas para evitar la introducción de P. citricarpa en el territorio europeo. Así, la entrada de material propagativo de cítricos en la UE está prohibida y la importación de frutos de zonas afectadas debe realizarse cumpliendo con unas medidas fitosanitarias específicas. Estas medidas han sido sistemáticamente cuestionadas por los países exportadores de cítricos, con el argumento de que el clima mediterráneo no favorecería el desarrollo de la enfermedad. Estudios como el del IVIA, así como la detección del patógeno en Túnez, ponen de manifiesto su capacidad para establecerse y desarrollarse en la región.