La Comisión Europea ha publicado el proyecto de Reglamento para la renovación de la autorización del glifosato por diez años, hasta 2033. El siguiente paso en el proceso es el próximo 13 de octubre, cuando los Estados miembros voten esta propuesta, que saldría adelante por mayoría cualificada.
En el documento, la Comisión concluye que “el glifosato ha sido objeto de dos evaluaciones exhaustivas desde 2012, y en ninguna de ellas se identificó ninguna preocupación que indicara que no se cumplen los criterios de autorización establecidos en el Reglamento (CE) nº 1107/2009. Como tal, no cabe esperar que a corto plazo se acumule suficiente información nueva para dar lugar a un resultado diferente”. En cualquier caso, admite que la investigación sobre esta sustancia activa “se ha intensificado en los últimos años y que podrían surgir nuevos conocimientos sobre las propiedades del glifosato pertinentes para la protección de la salud humana y del medio ambiente”, razón por lo que propone renovarlo por un periodo de diez años.
La anterior autorización fue de cinco años, de 2017 a 2022, que fue prorrogada un año para que la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas (ECHA) dispusieran de más tiempo para presentar sus conclusiones. Estas llegaron en julio, y la EFSA confirmó que no había identificado “ningún ámbito de preocupación crítico” en la evaluación de riesgos del glifosato, en relación con el riesgo que representa para los seres humanos, los animales o el medio ambiente.
La Comisión refleja en su propuesta que, “aunque no se identificaron impactos directos sobre la biodiversidad” en la evaluación de riesgos, si los países identifican cualquier posible impacto indirecto, deben considerar “la sustitución de los usos de productos fitosanitarios que contengan glifosato por otros métodos prácticos de control o prevención disponibles con menos impacto sobre la biodiversidad, incluidas las técnicas de escarda no químicas. Cuando los Estados miembros identifiquen tales métodos, podrán establecer condiciones o restricciones específicas para el uso de productos fitosanitarios que contengan glifosato”.
Los países deben velar porque su uso se reduzca al mínimo o se prohíba en zonas sensibles
En el documento, la Comisión exige a los Estados miembros que presten especial atención a determinados aspectos técnicos al realizar las evaluaciones para la autorización de herbicidas que contengan glifosato, como los coformulantes que contienen, la exposición de los consumidores en determinados cultivos, la protección de las aguas superficiales, el riesgo para los pequeños mamíferos herbívoros o la exposición por contacto debida a la deriva de la pulverización. También especifica que, dado que los herbicidas formulados con glifosato no solo se utilizan en el ámbito agrícola, los países deben velar porque su uso “se reduzca al mínimo o se prohíba en zonas sensibles como parques y jardines públicos, terrenos deportivos y recreativos, recintos escolares y zonas de juegos infantiles, así como en las proximidades de centros sanitarios”.
El próximo 13 de octubre, la propuesta de la Comisión será sometida a votación. Si los Estados miembros la aprueban por mayoría cualificada (el 55% de los países votan a favor y estos representan al menos el 65% de la población de la UE), el glifosato seguirá autorizado hasta 2033.
El Grupo de Renovación del Glifosato, integrado por un conjunto de empresas interesadas en la renovación de la sustancia activa, ha acogido con satisfacción el proyecto de reglamento y confía en que la decisión de los Estados miembros se base en las conclusiones científicas de la EFSA, “lo que llevaría a una votación a favor de una nueva aprobación que fortalecería la confianza de los consumidores y de la sociedad civil en el sistema de la UE para regular las sustancias activas de los plaguicidas, que es uno de los más estrictos del mundo”. El grupo añade en un comunicado que esta decisión “también permitiría a los agricultores mantener productos a base de glifosato en su caja de herramientas como parte de prácticas integradas de manejo de plagas y malas hierbas, lo que les permitiría controlar las malas hierbas de manera efectiva y contribuiría a un suministro de alimentos más seguro”.