La Interprofesional Citrícola Española ha denunciado que la mayoría de exportadores sudafricanos siguen sin cumplir este año, como en 2022, la normativa comunitaria relativa al tratamiento de frío en sus envíos de naranjas a la UE. Según Intercitrus, los operadores de este país recurren a un "ardid técnico y burocrático”: aplicar la temperatura al contenedor y no, como exige la normativa europea, enfriar la parte central de la fruta durante todos los días estipulados; de esta manera, no sería efectivo para evitar la entrada de la falsa polilla, Thaumatotibia leucotreta.
Intercitrus advierte de que el modo de proceder de estos exportadores es el mismo que el materializado durante casi toda la campaña pasada: las partidas de naranjas sudafricanas llegan a los puertos europeos con un certificado fitosanitario que “sobre el papel acredita el cumplimiento del protocolo y en algún lugar los inspectores lo dan por bueno sin solicitar los registros de temperatura de las tres sondas de pulpa, con lo que cursan su normal acceso al mercado europeo sin realizar mayor verificación”. La realidad, sin embargo, es que la temperatura de tratamiento requerida no se aplica sobre la parte central de la fruta –como así exige expresamente la normativa internacional, la NIMF 42, a la que se refiere el reglamento europeo- sino que se enfría la temperatura ambiente del contenedor (no la del fruto), por lo que este método no garantiza la eliminación de las posibles larvas de la plaga en el interior de las naranjas. En este sentido, la interprofesional recuerda que dos tercios de los cítricos sudafricanos importados por la UE llegan por un solo puerto, el de Rotterdam. “La responsabilidad de ejecutar la legislación comunitaria en materia de sanidad vegetal es de los Estados miembros y la regulación aprobada no es ambigua, no deja margen a la interpretación y su cumplimiento es fácilmente comprobable. Es obvio que Sudáfrica está encontrando aliados en la UE para no respetar lo regulado”, señala la presidenta de Intercitrus, Inmaculada Sanfeliu.
La interprofesional insta a la Dirección General de Salud y Seguridad Alimentaria a que regule un sistema de comprobación rápido e inequívoco sobre el cumplimiento del tratamiento de frío. En concreto, reclama que, antes de partir hacia el destino europeo, el operador sudafricano concrete cuál será su puerto de entrada (para así prevenir a los inspectores en destino y calendarizar los obligatorios controles). Además, exige que todos los contenedores -como establece la citada NIMF-42- incorporen las tres sondas de pulpa que deben medir y registrar la temperatura de la parte central de la fruta. En tercer lugar, propone crear una plataforma virtual donde se almacenen los registros de las temperaturas de estas tres sondas descargadas, a su vez, del data logger que cada contenedor de naranja originario de un país con esta plaga prioritaria está obligado a tener para exportar a la UE. Tales datos –que acreditarían sin género de dudas el cumplimiento del cold treatment- deberían quedar a disposición de las autoridades competentes de los 27 Estados miembros durante al menos un año. Asimismo, insiste en que el tratamiento de frío se amplíe a mandarinas y pomelos.
La Citrus Growers Association (CGA), que engloba a los productores citrícolas sudafricanos, estimó que el coste de implementar las medidas requeridas por la UE se situaría en unos 75 millones de dólares y provocaría, dada la escasez de contenedores preparados para cumplir con tal tratamiento, una reducción de sus exportaciones de naranjas de entre el 15% y el 25% (en torno a 80.000 toneladas menos). Sin embargo, según sus propios datos y hasta mediados de septiembre, el volumen comercializado de naranjas sudafricanas en la UE (casi 24 millones de cajas, unas 360.000 toneladas) es un 13% superior al de la misma fecha de 2022 y un 8,3% más alto que el de esa misma semana de 2021.