La temperatura es el factor abiótico que más influencia tiene en la dinámica poblacional de las plagas. El control de este parámetro es fundamental a la hora de establecer estrategias globales de control, basadas éstas en la minimización de los tratamientos fitosanitarios.
Cada plaga se caracteriza, desde el punto de vista térmico, por tener una temperatura mínima, óptima y máxima de desarrollo. De esta forma, y en función del registro de temperaturas, se puede predecir el número de generaciones o duración de un ciclo, para ajustar los planteamientos de manejo de las plagas.
En referencia al umbral térmico máximo, la mayoría de las plagas de los cultivos detienen su desarrollo o merman sus poblaciones con temperaturas superiores a los 35ºC.
Los adultos de determinadas plagas, tales como Mosca del Olivo (Bactrocera oleae), Mosca de
Si se detecta la presencia de alguna plaga y tenemos previsiones, a corto plazo, del aumento de la temperatura, se puede retrasar o incluso no aplicar fitosanitarios para realizar control de dicha plaga, pues, si se supera el umbral térmico máximo de desarrollo para esa especie, los niveles poblaciones de ésta descenderían e incluso podría desaparecer.
FUENTE: Red de Alerta e Información Fitosanitaria (RAIF)