El Ministerio de Agricultura ha aprobado la subvención al Grupo Operativo G.O. PhytoDron, que se desarrollará los próximos dos años y tiene como principal objetivo impulsar el uso de los drones como herramienta segura para realizar aplicaciones de productos fitosanitarios, avanzar en su marco regulatorio y establecer escenarios de uso con los que promover su posible equiparación a las aplicaciones terrestres convencionales. Mª del Carmen Márquez, responsable de Buenas Prácticas Agrícolas de AEPLA, la Asociación Empresarial para la Protección de las Plantas, presentará este proyecto en el Encuentro Internacional 2020, Año Internacional de la Sanidad Vegetal: ciencia y profesión para producir más con menos, que se celebrará la próxima semana en Córdoba.
G.O. PhytoDron se plantea un estudio multidisciplinar detallado, con representantes de todas las ramas agroindustriales involucradas, en el que se evaluarán datos relativos a la seguridad de las aplicaciones tanto para las personas como para el medio ambiente, y otros aspectos como la calidad y eficacia de las aplicaciones, así como datos económicos y regulatorios. “G.O. PhytoDron trabajará en la validación del uso de drones como alternativa segura y eficaz a las aplicaciones de fitosanitarios con equipos terrestres y con aeronaves convencionales, mediante metodologías de análisis de riesgos, caracterización rigurosa de escenarios, aplicaciones y equipos de vuelo/aplicación y la definición de protocolos de análisis”, explica Mª del Carmen Márquez.
Los cultivos elegidos para realizar los ensayos y demostrar la seguridad en el uso de drones son el pinar, en el ámbito forestal, y olivar y viña en el agrícola. Los promotores de esta iniciativa esperan que las conclusiones obtenidas de los ensayos y su análisis permitan equiparar el uso de los vehículos aéreos no tripulados a los tratamientos terrestres de productos fitosanitarios. “El uso de drones debe dejar de ser considerado como una aplicación aérea para pasar a formar parte de una categoría distinta a la de las aplicaciones aéreas, como sería el caso de las aplicaciones terrestres, lo que redundará en beneficio del sector productor, ya que de esta manera se facilitará la puesta en el mercado de una tecnología útil y segura, que pueda ser utilizada por el agricultor y el silvicultor”, asegura la reponsable de AEPLA.
Márquez también apunta que los drones podrían reducir notablemente el nivel de emisiones, al sustituirse aplicaciones convencionales con maquinaria que usa combustibles fósiles por una maquinaria de bajas emisiones. Además, en zonas de orografías complejas, o difícilmente accesibles por la maquinaria agrícola, su uso podría estimular el establecimiento o mantenimiento de cultivos que necesitan de este tipo de aplicaciones para ser viables.
Los 16 miembros que integran el proyecto son AEPLA (como coordinadora del proyecto), Corteva Agriscience (como representante), la Universidad de Sevilla, Baskegur, IRTA, el Colegio de Ingenieros Agrónomos de Centro y Canarias, Neiker, la Universidad Politécnica de Madrid, el Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias (INIA), DCOOP, Plataforma Tecnológica del vino, Syngenta, BASF y el Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (INSST). El proyecto dispone de un presupuesto de 568.924,40 euros, con el apoyo financiero de la UE en un 80% a través del Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural (FEADER) y del Programa Nacional de Desarrollo Rural del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), en el marco del Programa Nacional de Desarrollo Rural 2014-2020.