La Junta de Extremadura ha confirmado la presencia del picudo rojo de las palmeras, Rhynchophorus ferrugineus, en todo el territorio de la región. La plaga ha demostrado una gran capacidad de adaptación a entornos muy diferentes al clima tropical.
La primera detección del picudo rojo en Extremadura se produjo en 2013, cuando la especie fue introducida a través de palmeras afectadas procedentes de otra comunidad. Al año siguiente se declaró la existencia de dos focos en la ciudad de Badajoz y en las localidades de Malcocinado y Fuentes de León, que aparecen por dispersión natural de la plaga desde Andalucía y Portugal. A lo largo de estos diez años, el coleóptero ha ido ocupando todo el territorio extremeño.
Periódicamente, la Dirección General de Agricultura y Ganadería ha ido actualizando el área de Extremadura afectada. Hasta el pasado otoño-invierno, cuando las inspecciones fitosanitarias confirmaron su propagación por todo el territorio.
La Consejería de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Sostenible precisa que esta plaga solo se encuentra regulada para los productores profesionales de planta de palmácea destinadas para la plantación, que deben cumplir con una serie de medidas establecidas en la legislación europea y española para asegurar que el material que se comercialice se encuentra libre del picudo.
En la última resolución se incluyen requisitos específicos relativos a la comercialización de material de reproducción de determinados géneros y especies de palmeras, destinados a viveristas y comerciantes, para impedir que se distribuyan árboles afectados. La publicación también establece medidas fitosanitarias recomendadas por parte de personas físicas o jurídicas propietarias de plantas sensibles afectadas, quienes pueden someter voluntariamente dichos ejemplares a un plan de tratamientos con sustancias activas autorizadas, así como proceder a su eliminación, también con carácter voluntario. Desde el Servicio de Sanidad Vegetal autonómico se establecen algunas pautas para las labores de poda que se ejecuten en las plantas afectadas, así como la ejecución de cualquier otra medida que se justifique técnica o científicamente para el control del picudo.
R. ferrugineus, uno de los insectos más dañinos para las palmeras, sobre todo la canaria y la datilera, llegó al norte de África a través de Egipto en 1993 y de allí pasó a España, Italia, Francia y Portugal. Vive y se alimenta en el interior de las palmeras, por lo que resulta difícil detectar su presencia a simple vista. Por sus características biológicas, una sola palmera infestada puede ser el inicio de un gran foco, ya que en su interior pueden desarrollarse más de mil individuos, solapándose diferentes generaciones y coexistiendo todos los estadios de su ciclo en una misma palmera, que llega a destruir completamente.