La Comisión Europea ha adoptado un paquete de medidas para un uso sostenible de los recursos naturales clave, en el que incluye una propuesta de reglamento sobre las plantas producidas mediante nuevas técnicas genómicas (NTG) para desarrollar variedades más resistentes al clima y a las plagas y enfermedades. La propuesta incluye a los vegetales producidos mediante mutagénesis dirigida y cisgénesis, no a los transgénicos, que en la UE seguirán sometidos a la actual legislación.
Las plantas desarrolladas con NTG requieren menos fertilizantes y fitosanitarios y pueden garantizar un mayor rendimiento. En la mayoría de los casos, estas nuevas técnicas dan lugar a cambios más específicos, precisos y más rápidos que las técnicas convencionales, al tiempo que se obtiene un cultivo que es igual al que podría haberse logrado con técnicas clásicas, como la selección y el cruce de semillas.
La propuesta de la Comisión, que deberá ser debatida y aprobada por el Parlamento Europeo y el Consejo Europeo, establece dos categorías: los vegetales obtenidos mediante NTG comparables a los vegetales convencionales o que pueden surgir de forma natural, y vegetales obtenidos mediante NTG con modificaciones más complejas. Ambas categorías estarán sujetas a requisitos diferentes para llegar al mercado: las plantas de la primera categoría deberán ser notificadas, mientras que las de la segunda categoría serán sometidas al proceso más exhaustivo de la Directiva sobre organismos modificados genéticamente (transgénicos).
La Comisión quiere ofrecer incentivos para orientar el desarrollo de vegetales hacia una mayor sostenibilidad y garantizar la transparencia de todos los vegetales obtenidos mediante NTG en el mercado de la UE (por ejemplo, con el etiquetado de las semillas). Asimismo, propondrá un seguimiento sólido de las repercusiones económicas, medioambientales y sociales de los productos obtenidos con estas técnicas genómicas que alteran el material genético de un organismo. No existían aún en 2001, cuando se adoptó la legislación de la UE sobre organismos modificados genéticamente. En la actualidad, están sujetos a las mismas normas que los transgénicos, en contra de la opinión unánime de la comunidad científica, que aboga por su autorización.
En el ámbito de la sanidad vegetal, las técnicas de edición genética como el CRISP/Cas se están aplicando para editar y modificar genes de susceptibilidad y evitar así el inicio o progresión de la infección de los fitopatógenos. Utilizando estos genes como diana, se han obtenido resistencias frente a infecciones por Phytophthora capsici, Blumeria graminis, Botrytis cinerea, Magnaporthe oryzae en cultivos como tomate, trigo o arroz. En el caso de las bacterias, se han obtenido plantas de arroz resistentes a varias bacterias del género Xanthomonas o frente a X. citri en pomelo o naranjo dulce. El sistema CRISP/Cas se ha usado también con éxito en leñosas como el pomelo Duncan o el naranjo dulce para producir resistencia a X. citri o frente Erwinia amylovora en manzano. En el caso de los virus, al ser necesariamente parásitos intracelulares, se pueden diseñar estrategias dirigidas no solo contra genes del huésped, sino contra el patógeno, tales como las desarrolladas contra geminivirus y begomovirus, que provocan amarilleamientos y deformaciones en fruto, o virus que afectan al pepino, la banana o el arroz.
Las técnicas de edición genética se están aplicando para editar y modificar genes de susceptibilidad y evitar así el inicio o progresión de la infección de los fitopatógenos
El paquete de medidas presentado por la Comisión incluye una propuesta de Reglamento sobre la producción y comercialización de materiales de reproducción vegetal y forestal que aumentará la diversidad y la calidad de las semillas, esquejes y otros materiales de reproducción vegetal. Esta propuesta actualizará y simplificará las normas actuales, algunas de las cuales tienen más de cincuenta años. Según la Comisión, se garantizarán unos rendimientos estables gracias a variedades vegetales preparadas para el futuro a través de la realización de pruebas de sostenibilidad (por ejemplo, la resistencia a las enfermedades). Las semillas también se adaptarán mejor a las presiones del cambio climático, ayudarán a preservar la diversidad genética de los cultivos y contribuirán a garantizar la seguridad alimentaria. Esta propuesta pretende reducir la burocracia y aumentar la eficiencia y la eficacia de los sistemas de registro y certificación. En el caso de los materiales de reproducción forestal, la mejora genética de los árboles permitirá acelerar la adaptación de los bosques al cambio climático.
Además, un acto legislativo sobre el seguimiento de los suelos espera situar a la UE “en la senda hacia unos suelos sanos de aquí a 2050, recopilando datos sobre la salud de los suelos y poniéndolos a disposición de los agricultores y otros gestores del suelo”. Este acto también hace de la gestión sostenible del suelo la norma y aborda situaciones de riesgos inaceptables para la salud humana o el medio ambiente debido a la contaminación del suelo.
Entre el 60% y el 70% de los suelos de la UE se encuentran actualmente en mal estado, según la Comisión. Cada año, la erosión destruye alrededor de 1.000 millones de toneladas de suelo, lo que significa que la capa superior fértil restante está desapareciendo rápidamente. Los costes asociados a la degradación del suelo se estiman en más de 50.000 millones de euros al año. En este contexto, la propuesta del primer acto legislativo de la UE sobre los suelos busca proporcionar una definición armonizada de la salud del suelo, establecer un marco de seguimiento global y coherente y fomentar la gestión sostenible del suelo y el saneamiento de los terrenos contaminados. La propuesta recoge varias fuentes de datos sobre el suelo bajo un mismo techo, combinando los datos de muestreo del suelo de la encuesta marco sobre los usos y las cubiertas del suelo de la UE (LUCAS) con datos de satélite de Copernicus y datos nacionales y privados.
La Comisión espera que los datos sobre el suelo apoyen la innovación y las soluciones tecnológicas y organizativas, especialmente en las prácticas agrícolas. Ayudarán a los agricultores y otros propietarios de tierras a aplicar los métodos de tratamiento más adecuados y a aumentar la fertilidad y el rendimiento del suelo, mientras que minimiza el consumo de agua y nutrientes. Además, estos datos mejorarán el conocimiento de las tendencias de las sequías, la retención de agua y la erosión, lo que reforzará la prevención y gestión de catástrofes. “Contar con unos suelos sanos y con mejores datos puede ofrecer oportunidades de ingresos adicionales a los agricultores y gestores de tierras, que pueden ser recompensados por la agricultura de captura de carbono, recibir pagos por servicios ecosistémicos o aumentar el valor de los suelos sanos y los alimentos cultivados en ellos”, sostiene la Comisión en su propuesta, que no impone ninguna obligación directa a los propietarios y agricultores.
Los Estados miembros definirán prácticas positivas y negativas para la gestión del suelo, y establecerán medidas de regeneración para devolver los suelos degradados a un estado saludable, sobre la base de evaluaciones nacionales de la salud del suelo. La propuesta también pide a los Estados miembros que aborden los riesgos inaceptables para la salud humana y el medio ambiente debidos a la contaminación del suelo, y deberán localizar, investigar, evaluar y sanear los terrenos contaminados.